«El tema de las mujeres es prioritario absolutamente, pero hay que tener cuidado porque la solución de las desigualdades no está en el desdoblamiento en términos del lenguaje. Lo importante no es el lenguaje, sino las condiciones laborales, de marginalidad y de relegación a un segundo plano de la mitad de la población, eso es lo que hay que corregir», dijo a Efe el novelista.
Celorio consideró que los desdoblamientos no son siempre adecuados y hay un error de percepción porque curiosamente el único género diferenciado es el femenino.
«Si yo digo los niños, incluyo a las niñas, pero si digo las niñas, no incluyo a los niños. El género femenino es el que no es incluyente, es diferenciado. Hay un mal entendimiento porque hay una confusión entre género y sexo, que no tiene que ver con la gramática», señaló.
Celorio, que entre sus obras tiene algunas en las que las mujeres son fundamentales, entre ellas «Tres lindas cubanas», opinó que ciertas tendencias, como poner «e» al final de las palabras, en un pretendido intento de neutralidad, es un artificio pasajero.
«Son esfuerzos importantes de visibilidad que son legítimos, pero no creo que la solución esté en estos desdoblamientos. Cuando hay dos palabras para diferenciar al hombre y la mujer, como “poeta” y “poetisa”, “líder” o “lideresa”, generalmente las mujeres prefieren “la líder” o “la poeta”», aseveró.
Según Celorio, profesor de literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México, en un intento en ser políticamente correctos, a veces los hablantes caen en ridículos o extremos.
«Ahora para ser políticamente correcto, uno tendría que decir “La perra y el perro son la mejor amiga y el mejor amigo de la mujer y del hombre, indistinta y no siempre respectivamente”, en lugar de decir “El perro es el mejor amigo del hombre”», explicó.
Según el académico, la pretendida inclusión genera incoherencias y faltas de concordancia y no parece el camino adecuado para poner a las mujeres en el alto nivel de la sociedad donde deben estar.
«Si yo digo “las y los diputados”, ya ese “las” se quedó sin concordancia. Tendría que decir “las diputadas y los diputados” y eso hace que el lenguaje sea poco económico», insistió.
Celorio acaba de publicar la novela «Los Apóstatas», tercer volumen de una saga familiar iniciada con «Tres lindas cubanas» y «El metal y la escoria». En su nueva obra da participación a algunas mujeres de su familia, amigas o parejas suyas o de sus hermanos.
Sobre el papel de la Academia recordó que esa institución no es la responsable de la lengua porque eso le toca a quienes la utilizan.
«Los académicos no son los dueños de la lengua, los dueños de la lengua son los hablantes y la Academia registra esos usos, los registra con cuidado», concluyó.