Los encargados de la parte más ingrata de la puesta a punto de un libro: editores, correctores y traductores. Se curtieron como negros editoriales, como «kamikazes de la lengua» de los demás, hasta que se decidieron a dar un paso al frente y fundaron la editorial.
Ahora los que estaban detrás están delante, editando sus propios libros. Se zampan las tildes de los solo de sus autores, e intentan eso tan romántico e impreciso de «inocular la pasión por la lengua», sacándola de su entorno apolillado. Con colecciones centradas en ensayos sobre lingüística y otras enfocadas a la narrativa. Desde una juventud insultante pero no cegadora, o lo que ellos llaman «estar con un pie en la tierra y con otro en las nubes». Y entre dos llaves.
Charlamos con Álex Herrero, su director editorial, y con Gloria Gil, responsable de comunicación y asesora pedagógica de {Pie de Página}.
Álex, tienes veintiún años y ya tienes un libro publicado, una editorial y eres asesor de Fundéu. Cualquiera diría que vas por el mal camino.
Álex: [Risas] Lo sé, lo sé. Yo en realidad empecé a estudiar Derecho, pero a los seis meses vi que todo era muy gris, que dedicándome a eso jamás viviría con la conciencia tranquila. Dejé la carrera y me planteé hacer algo de lengua de signos, pero no podía acceder a ningún grado por un tema de plazos. Así que me dije: me gustan los libros, voy a investigar por ahí. Creé una comunidad de blogueros, de reseñistas, con una peculiaridad de reseñar también en vídeo. A los seis meses de fundarla conseguimos que veintiún editoriales nos enviaran los libros gratuitamente.
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