Todos utilizamos palabras del lenguaje médico en nuestro día a día: fiebre, dolor, tensión arterial…Incluso recurrimos con soltura a palabras que se han tomado prestadas del inglés como shock, bypass o brackets, anglicismos que han llegado a desplazar con total naturalidad a su equivalente en castellano.
«El lenguaje médico siempre ha estado más arraigado en el lenguaje común que otros especializados», explica Cristina González, lexicógrafa de la Unidad de Terminología Médica de la Real Academia Nacional de Medicina, institución que vela por su buen uso.
Desde la Antigüedad, siempre ha hecho falta un término que denominara cualquier parte de nuestra compleja anatomía y de sus no menos complicadas dolencias.
Pero la imparable y veloz evolución de la ciencia médica ha supuesto la inclusión de multitud de términos técnicos, muchos ellos con raíz en las lenguas clásicas, y otros de nueva creación, neologismos.
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