Al ser el periodismo deportivo una actividad de alto impacto social, tiene una gran capacidad para influir en formas de hacer y decir de los ciudadanos, especialmente entre los más jóvenes, quienes, en su proceso de formación integral, toman como referencia directa los gestos y expresiones de sus ídolos, a los que tienden a emular.
Por la naturaleza pedagógica del deporte en general y por el potencial educativo del lenguaje deportivo en particular, la función del periodista deportivo ha de residir no solo en informar y entretener, sino también a educar y formar a la audiencia a la que se dirige. En este sentido, la labor pedagógica de los medios ha de tener una doble orientación: por un lado, dar a conocer el deporte en su diversidad, tanto las modalidades menos conocidas como las que ocupan habitualmente el carril mediático, incidiendo en su reglamento y terminología; y, por otro, enseñar a utilizar bien el idioma a través de un uso correcto de la gramática, la ortografía, el léxico, la retórica o la pronunciación.
En su proceso evolutivo, este tipo de periodismo ha creado un estilo propio, fundamentado en la originalidad y la espectacularidad de sus propuestas, y ha aportado un nuevo modelo de presentación de las informaciones a través de un lenguaje que es visualmente llamativo, sustentado en la fuerza de atracción de la imagen (fotografía, vídeos, tipografía, color, etc.) y que resulta común y fácilmente comprensible para todas las mentalidades.
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