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| Ana Mendoza (Agencia EFE)

Directores americanos elogian el aumento de americanismos en el Diccionario

Varios directores y presidentes de Academias hispanoamericanas de la Lengua Española se muestran satisfechos con el incremento de americanismos en la nueva edición del Diccionario de la Real Academia Española, aunque esperan que esa presencia vaya en aumento en sucesivas ediciones.

«Nuca ha habido tanto interés en que América tuviera voz y voto como en esta ocasión”, le dice a Efe Berna Pérez Ayala, directora de la Academia panameña de la Lengua Española.

«El noventa por ciento de los hispanohablantes vive en América y por supuesto que esperamos que las voces americanas tengan cada día una representación mayor», afirma Alfredo Matus, director de la Academia chilena.

Los máximos representantes de las veintidós Academias de la Lengua Española han asistido hoy, en la sede de la RAE, a la presentación oficial de la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española, en un acto que ha estado presidido por los Reyes y que ha convocado a numerosos representantes del mundo académico y cultural.

La editorial Espasa publica en todos los países hispanohablantes el Diccionario, que tiene 93 111 entradas, frente a las 88 431 de la anterior edición de 2001, e incluye 195 439 acepciones, entre ellas casi 19 000 americanismos.

El criterio que han seguido las 22 Academias a la hora de incluir americanismos es que, como mínimo, sean propios de tres países.

Adolfo Elizaincín, presidente de la Academia Nacional de Letras de Uruguay, cree que los latinoamericanos «sí se sentirán representados» en la nueva edición, «aunque no hay que olvidar que es una obra del español general y que las voces que entran de Hispanoamérica son propias de varios países».

En ese carácter general insiste Jaime Labastida, director de la Academia mexicana de la Lengua Española, antes de dejar claro que «es imposible incorporar el léxico de cada país».

Pero no importa, añade Labastida, porque «del español general participamos todos en más de un 80 por ciento».

«Lo importante es que el Diccionario tiene un nuevo formato mucho más legible e incorpora nuevas palabras surgidas del uso o de la tecnología, que era necesario recoger para no quedarnos atrás», subraya el director de la Academia de la Lengua de México, un país que tiene 120 millones de hispanohablantes.

La presidenta de la Academia de la Lengua de Costa Rica, Estrella Cartín de Guier, subraya que en la nueva edición del Diccionario «se le ha dado mucha importancia a los americanismos».

«Todas las Academias hemos trabajado en la mejor forma para que sea representativo el léxico de cada uno de los países», añade Cartín.

«Nunca ha habido mayor consenso entre América y España como ahora», subraya Berna Pérez Ayala.

A esa colaboración de las Academias se refiere también Labastida, quien recuerda que, gracias a la política lingüística panhispánica que desarrollan estas instituciones, «se han hecho monumentales trabajos en los últimos años», como la nueva Gramática, la Ortografía, el Diccionario panhispánico de dudas y el de Americanismos.

Y en cada una de las ediciones del Diccionario «aparece cada vez con mayor fuerza el léxico americano», comenta Labastida.

No fue siempre así. La relación entre las diferentes Academias de la Lengua Española empezó a partir de 1951, cuando se celebró en México el primer congreso internacional, al que, por cierto, no pudo asistir la RAE porque se lo prohibió la dictadura franquista.

Poco a poco, las relaciones se fueron normalizando y cambió aquello de que la RAE «dictaba las normas ortográficas y establecía el canon en el Diccionario», señala Labastida.

Elizaincín ve «probable» que el Diccionario reciba críticas en Latinoamérica, entre otras razones porque «hay grupos que son antiacademia casi por principio. Cualquier cosa que haga la Academia les va a parecer mal».

«Siempre es muy fácil criticar un diccionario, porque hay flancos de mucha debilidad”, sostiene Alfredo Matus.

El problema de los diccionarios de este tipo, añade el director de la Academia chilena, es que «no se terminan de escribir nunca y apenas se publican envejecen, se les corrió el piso de la lengua».

«La lengua es viva y está cambiando permanentemente», subraya Matus, partidario de que el DRAE contenga más palabras con la marca de Esp. (España).

«Ya fue un triunfo que se pusieran esas marcas, porque tradicionalmente se pensaba que lo que se habla en España era simplemente la lengua española, y eso es un error de perspectiva, porque así como hay americanismos, hay españolismos», indica Matus.

De todos modos, Berna Pérez de Ayala opina que, con las nuevas tecnologías, «ya no se puede hablar de las palabras de España y de las de América. El español está totalmente globalizado».

«La barrera que no debería pasar la lengua española es la del inglés. Habría que conseguir que no nos incida demasiado», concluye la directora panameña.

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