El diccionario por antonomasia, ese al que seguimos llamando de la Real Academia Española pero pronto conoceremos como DLE (de la lengua española), se ha hecho digital. Ya había una versión digital, desde luego, pero ahora será digital como primera opción, digital por inmersión y convicción, digital a cascoporro. Son buenas noticias.
La nueva forma de trabajo permitirá a los académicos y lingüistas actualizar en tiempo real la profusión incesante de neologismos, anglicismos y nuevas acepciones de palabras viejas, a menudo propuestas por una de las 24 academias de la lengua española repartidas por medio mundo. Eso en cuanto al tiempo.
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