En tiempos donde los dispositivos corrigen lo que escribimos mientras escribimos (y hasta sugieren qué escribir), el oficio invisible del que observa, revisa y analiza los textos, sigue vigente y se hace cada vez más fuerte. Un rol poco valorado pero necesario, en una era visual donde lo que sobran son palabras.
La inmediatez de la publicación hizo mella en los medios de comunicación digitales, incluidas las redes sociales, donde encontramos todo tipo de incorrecciones ortográficas y léxico-semánticas. «Hay una falsa creencia de que el Word corrige los errores y esto no es así: si escribo ‘el árbol’ o él árbol’, para el programa es lo mismo y, sin embargo, la incorrección es evidente. Algunos creen que el rol del corrector es innecesario”, expresa Soledad Recagno, profesora en Letras de la Universidad Nacional de Rosario.
«No creo que el oficio se haya perdido. Sí creo que en algunos aspectos es un trabajo poco reconocido. La vorágine textual en la que vivimos a partir de la internet y las redes sociales hace que no se dé el tiempo suficiente a revisar y corregir lo que se va a publicar», sostiene la especialista, quien además de trabajar como correctora dicta cursos de corrección de estilo.
Leer más en rosario3.com.