«La pregunta correcta es: ¿Desde cuándo no se distinguen en castellano los fonemas /b/ y /v/?», afirma Salvador Gutiérrez, académico de la RAE y director del departamento de «Español al día» y director adjunto de la Escuela de Lexicografía Hispánica.
Se trata de dos letras de origen diferente. «La oposición proviene del latín», aclara el también coordinador de la «Ortografía de la lengua española». La historia de la letra «v» se corresponde con la de la letra «u»: la «u» latina deriva de la «y», ípsilon griega, que procede a su vez del fenicio «wau». Mientras, la «b» proviene de letra griega «β» beta y la «b» del alfabeto latino o romano.
En el castellano primitivo, entonces, la «b» representaba un fonema oclusivo sonoro bilabial y la «v», labiodental. Sin embargo, «la diferenciación se pierde pronto en el norte de Castilla», apunta Salvador Gutiérrez. Aunque esta distinción fonológica «se mantieneen la pronunciación culta en la época alfonsí, su confusión se generaliza ya en la Edad Media», indica el académico de la RAE.
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