Un compañero del periódico desea usar la palabra «desalegría» y me pregunta qué me parece. Le respondo que no figura en el Diccionario, pero se trata de una formación correcta mediante un prefijo (des-) y un sustantivo (alegría) que sí constan en él. Es decir, una palabra creada con los recursos que nos brinda el propio idioma.
No todas las palabras bien construidas se hallan en el Diccionario. Por ejemplo, no recoge cada una de las formas verbales (sino sólo los infinitivos), ni todos los adverbios terminados en –mente que se crean a partir de un adjetivo; ni, por supuesto, todas las combinaciones posibles con prefijos y sufijos.
«Desalegría» se alinea con «desencanto» o «desilusión» para significar la pérdida de una emoción o sentimiento positivos. Ocuparía de ese modo una casilla distinta de «decepción», porque «desalegría» se queda en señalar la desaparición del regocijo, sin que implique ese pesar causado por un desengaño.
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