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| María Luisa García Moreno (Pionero, Cuba, mayo del 2014)

Del idioma: ¡El 23 se rompe el corojo!

Estoy segura de que conoces la frase; pero ¿sabes lo que es el corojo? Pues según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) es un «árbol americano de la familia de las palmas, cuyos frutos son del tamaño de un huevo de paloma, y de ellos se saca, cociéndolos, una sustancia grasa empleada como manteca».

Y, más preciso, el Léxico mayor de Cuba reza: «una de las palmeras indígenas que crecen silvestres en nuestros campos, muy común en terrenos pedregosos de todas las provincias, prefiere los calcáreos. También se le ve en sabanas y tierras bajas, principalmente en Camagüey. Es la especie Acrocomia armentalis, tambien llamada corojo espinoso. Su tallo se eleva a cinco o seis metros de altura, grueso en el centro y delgado hacia arriba y abajo. La parte gruesa y las pencas están cubiertas de numerosas espinas, tan largas como agudas y duras. Su fruto es esférico, de pulgada y medio de diámetro, de color amarillento en su parte exterior cuando está maduro, encierra una masa carnosa, blanquecina y babosa, tan dura como la del coco cuando está hecho, la cual as una almendra redonda y blanca, de sabor agradable y comestible, principalmente por los puercos y el ganado vacuno”.

Aparece en grandes racimos y florece en primavera. La almendra produce un aceite, que se conoce como manteca de corojo,  análogo al del coco. De las pencas, sometidas a fuerte maceración, producen unos hilos muy resistentes llamados pita de corojo, con la cual se tejen cuerdas.

El término corojo ha dado lugar a varias frases coloquiales de uso común entre nosotros, los cubanos. Por ejemplo de una mujer con grandes atractivos físicos se dice que está que rompe el corojo. Y de entrar en negociaciones con otra persona o ponerse de acuerdo con alguien se dice partir el corojo.

Por último, romperse el corojo es «dar inicio a una actividad, labor, empresa…». De modo que cuando, el 15 de marzo de 1878, el Titán de Bronce rechazó tajante el documento que el general español Arsenio Martínez Campos le tendía y que ha pasado a la historia como Pacto del Zanjón, y luego de un breve intercambio en el que ambos grupos —españoles y cubanos— defendieron sus ideas, fue evidente que no existía la menor posibilidad de arreglo: Entonces quedó fijada para el día 23 la reanudación de las acciones de guerra. Y se oyó el jubiloso grito de quienes rechazaban la posibilidad de paz sin independencia:

—¡El 23 se rompe el corojo!

Así, en Baraguá, la frase con la palabra corojo fue la expresión de que los cubanos se negaban a aceptar la derrota y representó la decisión de luchar hasta alcanzar la independencia de Cuba.

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