Según el DRAE, es ‘doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral’; pero también ‘arte, facultad o ciencia’; especialmente en lo militar y en lo eclesiástico, es ‘observancia de las leyes y ordenamientos de la profesión o instituto’; da nombre al ‘instrumento, hecho ordinariamente de cáñamo, con varios ramales, cuyos extremos o canelones son más gruesos, y que sirve para azotar’ (en esta acepción se usa por lo general en plural) y se acerca al quehacer pedagógico cuando decimos que es ‘acción y efecto de disciplinar’.
¿Y qué es disciplinar? En una primera entrada o lema, es adjetivo y se refiere a lo que ‘pertenece o es relativo a la disciplina eclesiástica’. En la segunda, es verbo y cuenta con tres acepciones: ‘instruir, enseñar a alguien su profesión, dándole lecciones’, ‘azotar, dar disciplinazos por mortificación o por castigo’ —acepción relacionada con la práctica religiosa— e ‘imponer, hacer guardar la disciplina (observancia de las normas o leyes)’.
Por su parte, disciplinario, -a, es ‘perteneciente o relativo a la disciplina’, ‘que establece subordinación y sujeción a determinadas reglas’, ‘dicho de una pena que se impone por vía de corrección’ y ‘dicho de un cuerpo militar: formado con soldados condenados a alguna pena’.
En línea general, de forma explícita o implícita, la palabra disciplina se refiere a imposición o subordinación. Incluso, entre sus sinónimos se hallan: rigor, jerarquía, obediencia, subordinación, sumisión, represión // corrección, dominio…Y entre los de disciplinar(se): amansar, avasallar, rendir, dominar, sujetar, subyugar // esclavizarse, castigarse, subordinarse, someterse, supeditarse, sujetarse, rendirse, rebajarse // dominarse, contenerse, vencerse… Sin embargo, ¿podemos nosotros —educadores o padres— conformarnos con esa interpretación? ¡Claro que no!
La disciplina para ser real ha de ser consciente y no impuesta. El maestro o profesor que para impartir su clase necesite dominar a sus alumnos está perdido. Es necesario que el educando esté consciente de su protagonismo en un acto docente en el que tienen lugar su aprendizaje y su crecimiento humano.
Nuestro Martí, maestro de excelencia, decía: «Un pueblo no es una masa de criaturas miserables y regidas: no tiene el derecho de ser respetado hasta que no tenga la conciencia de ser regente: edúquense en los hombres los conceptos de independencia y propia dignidad».1 Para educar seres humanos independientes y dignos es imprescindible que la disciplina en nuestras clases sea consciente y no impuesta.
Nota
José Martí: «Colegio de abogados», Obras completas, t. 6, Centro de Estudios Martianos, Colección digital, La Habana, 2007, p. 209.