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Jose Carlos Rodríguez (Agencia EFE)

Darío Villanueva ve «fundamental» adaptar el diccionario a la nueva realidad

El coronavirus ha afectado también a la lengua española, tal y como afirma el exdirector de la RAE, Darío Villanueva, que ha visto cómo las consultas lingüísticas han aumentado significativamente en los últimos meses, de modo que la Academia ha debido adaptar el diccionario a la «nueva realidad».

«No es que haya un nuevo lenguaje, sino que se ha producido un uso más intensivo de determinadas palabras o incluso la aparición de lo que llamamos neologismos, es decir, palabras nuevas que antes no existían», afirma Villanueva (Vilalba, Lugo, 1950), en una entrevista con Efe en la que asegura que el trabajo fundamental de la RAE en este periodo va a ser el tener que «estudiar toda esta terminología para ajustar el diccionario».

No en vano, una nueva realidad exige nuevos términos para definirla, o, por lo menos, matices en algunos de ellos, que han adquirido un significado distinto o han ampliado sus acepciones.

La palabra mascarilla, la palabra pandemia, o algunas otras que son médicas y un tanto extrañas en el uso habitual del lenguaje, como por ejemplo triaje, son, según Villanueva, términos que han adquirido una relevancia especial y que han sembrado dudas entre los ciudadanos.

La Real Academia Española (RAE) retomó tras la Semana Santa sus sesiones de todos los jueves, tanto de comisiones como de plenos. El último, el pasado 30 de mayo, con la presencia telemática de los reyes, se centró precisamente en el debate sobre algunos de los términos asociados a la pandemia que aún no están en el diccionario.

Uno de ellos es desescalada, un neologismo que según Villanueva está «perfectamente construido» y que «se ajusta a lo que quiere decir», por lo que lo considera «idóneo».

«En el diccionario tenemos la palabra escalada, con el significado de ‘aumento rápido y por lo general alarmante de algo’, es decir, de precios, actos delictivos, gastos o enfermedades. Aunque no esté desescalada, me parece bien que esté empezando a usarse porque significa exactamente lo contrario de escalada», explica.

Sin embargo, asegura que la introducción de nuevos términos al diccionario siempre provoca «rechazo» por parte de algunos, por sonar «extraños», aunque en esos casos lo fundamental es ver, según el académico, «si es una palabra que está bien construida y si es genuina del castellano», algo siempre preferible al uso de «anglicismos».

También generó muchas preguntas entre los hablantes la propia denominación de la enfermedad, la COVID-19, en ese caso por si debía usarse en femenino o en masculino; o la denominación del virus que la causa, el coronavirus, ambas, en este momento, fuera del diccionario.

Lo mismo ocurre con cuarentenar o cuarentenear, términos que Villanueva prefiere sustituir por pasar la cuarentena, aunque reconoce que «la lengua la hacemos los hablantes» y que, si se tiene en cuenta el «principio de economía lingüística», es posible que acabe imponiéndose un verbo que venga de cuarentena y desplace a la expresión.

«La Academia no ha cesado (su actividad) durante todo este tiempo, ya que se trabaja fundamentalmente por medios informáticos, de modo que el teletrabajo es perfectamente factible en nuestro caso y no se ha parado en nada la producción de nuevas obras, la elaboración de los diccionarios y sobre todo las consultas», explica Villanueva.

De hecho, según apunta, la RAE «venía resolviendo todos los días unas 300 consultas lingüísticas» y este número se ha incrementado «considerablemente» ahora, como también el número de consultas al diccionario en línea.

«Lo habitual era una media de 45 millones de consultas al mes y estamos ya doblando esa cifra. No es de descartar que quizás dentro de poco se llegue a 100 millones de consultas al mes de todo el mundo», afirma Villanueva.

El académico está pasando la cuarentena en su domicilio de Santiago de Compostela, un confinamiento «favorable» para las tareas a las que dedica su tiempo, que son fundamentalmente «leer, escribir y ver cine de los años 20 y 30».

«Dispongo más que nunca de algo extraordinariamente valioso para mí, que es el tiempo. El trabajo intelectual exige de muchas horas dedicadas a la lectura y también a la escritura. Ahora dispongo de ellas para una cosa y para la otra», sostiene.

Villanueva, por tanto, está aprovechando el confinamiento para corregir las pruebas de un libro sobre realismo y literatura, escribir una autobiografía personal con motivo de su jubilación como catedrático y apurar una entrega sobre la posverdad y la corrección política en el lenguaje, que tiene pendiente de publicar en octubre.

Sin embargo, el académico acusa una «mala conciencia», que, según dice, le acompaña «al pensar en todas aquellas personas a las que la crisis les está afectando de forma dramática en sus negocios o en su ingresos, por no hablar de las personas que tienen su salud seriamente afectada o han perdido la vida».

Del sector cultural, Villanueva asegura que las librerías deberían abrir «cuanto antes», porque además, según un estudio que ha recibido en estos días «el índice de lectura ha aumentado durante la pandemia».

Por último, muestra especial preocupación por el teatro, un sector frágil «que necesita público» y «cuya rentabilidad depende directamente del número de espectadores».

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