Villanueva asistió en Quito a los actos del 140 aniversario de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y pronunció la conferencia «La modernidad del Quijote: visión y dicción», en la que defendió la vigencia de la novela cervantina, elegida a principios de siglo como la mejor de la historia de la literatura por un centenar de escritores consultados por la Asociación de Escritores Suecos.
«El tema de Don Quijote es, sobre todo, la libertad de ser humano, y hay una especie de adhesión del autor a ese principio de la libertad», indicó Villanueva en una entrevista con Efe en Quito.
Lo mismo ocurre con el tema «de la igualdad de los seres humanos», señaló, y consideró que se trata de un libro «profundamente democrático», como sostiene el mismo protagonista de la novela al afirmar que «no es un hombre más que otro, sino hace más que otro».
«Es difícil que una novela que no conserve rasgos de modernidad pueda ser escogida por cien escritores de hoy como la mejor novela de todos los tiempos», dijo el también secretario de la Real Academia Española (RAE).
El experto destacó, en ese sentido, la modernidad de la representación de la realidad en El Quijote, «no tanto por una vía racional» sino a través de la vía sensitiva, algo «muy de nuestra época».
Y explicó que el «testimonio sensitivo» está presente en la forma en que se representa la locura y la relación con los demás del protagonista, Alonso Quijano.
La obra está plagada de escenas dialogadas, y las palabras dijo y respondió son las más frecuentes, pero también la vista está plenamente presente, con 410 apariciones del verbo ver y, junto a ello, otras expresiones de lo sensitivo jalonan la obra, en la que pueden encontrarse alusiones frecuentes al olfato, el oído y el tacto.
«El escritor no se queda en el plano de las abstracciones, sino que desciende a lo más perceptible a través de esas cinco grandes ventanas de percepción del mundo» que son los sentidos, explicó.
Villanueva, quien comenzó a leer El Quijote de niño y aún sigue haciéndolo, lo califica como «libro inagotable», cuya relectura no solo «nunca decepciona», sino que ofrece ideas nuevas y aspectos antes no encontrados.
Esa es, en opinión del académico español, una de las características de los verdaderos clásicos, que «cada generación lee en ellas algo distinto y algo que resulta gratificante, que resulta útil, provechoso, iluminador».
El Quijote, cuando se publicó fue recibido como un «libro de burlas, un libro humorístico», pero en el siglo XVII los ingleses vieron en la obra «un gran fresco narrativo» acerca de «cómo se escribe la novela» y ya en el XIX, los románticos lo interpretaron como la representación del choque entre el idealismo y el materialismo, dijo Villanueva.
Además, para el filólogo, «cada uno de nosotros en sí mismo, con la evolución de su edad y de su perspectiva personal, también puede transformarse en un lector diferente al que era antes».
El experto destacó otro de los temas que considera centrales en esta novela sobre las andanzas del ingenioso hidalgo y es la contraposición «a la realidad real» de «otras falsas realidades que, sin embargo, tienen un gran poder de convicción».
«Es un tema muy de hoy: la sustitución de la realidad por un remedo de ella que, sin embargo, puede llegar a sentirse más fuerte, más poderoso que la realidad propiamente dicha», aseveró.