Noticias del español

| Ana Mendoza (Agencia Efe)

Darío Villanueva refleja en un ensayo su pasión por la poesía y el cine

Darío Villanueva coincide con T.S. Eliot en entender la literatura como "un territorio sin fronteras, ni lingüísticas ni espaciales, temporales o políticas", y esa concepción late en "Imágenes de la ciudad. Poesía y cine, de Whitman a Lorca", el nuevo libro del director de la Real Academia Española.

El director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, durante una entrevista con la Agencia Efe, el pasado mes de junio. Foto: ©Efe/Ballesteros.

Publicado por Cátedra, este ensayo refleja el fructífero diálogo que se produjo entre poesía y cine en aquel «momento único» de los comienzos del séptimo arte, en los que este «parecía no necesitar estéticamente de las palabras, y la poesía era capaz de construir imágenes equiparables a las fílmicas», afirma el autor.

En sus páginas, el vilalbés Villanueva, catedrático de Teoría Literaria y Literatura Comparada de la Universidad de Santiago de Compostela, recrea también «el idilio» de la ciudad con la literatura y con la gran pantalla, un tema al que ya le ha dedicado varios trabajos.

Pero Imágenes de la ciudad es su «libro preferido» porque, como señala en una entrevista con Efe, es en el que ha podido «expresar mejor» su concepción de la literatura, le ha dado pie a analizar obras escritas en diferentes lenguas y a establecer comparaciones entre literatura y cine.

«El punto de intersección de todas estas comparaciones está en el tema de la gran ciudad, que en el siglo XX eclosiona extraordinariamente con referencias tan destacadas como Londres, que ya lo era en el XIX, y Nueva York», indica este académico.

La ciudad del Hudson inspiró a Walt Whitman, «uno de los poetas más importantes del XIX», y a Federico García Lorca, cuya obra Poeta en Nueva York es «uno de los mejores libros de poesía» sobre esa gran urbe.

La visión, «extraordinariamente positiva», que Whitman da de Nueva York en su libro Hojas de hierba es muy distinta a la que años más tarde ofrecería Lorca.

Fallecido en 1892, Whitman «fue el cantor del nuevo mundo, del nuevo hombre para el que todas las posibilidades existen, en un régimen democrático, abierto». Y un Nueva York contrapuesto «al viejo orden de Europa. América era el futuro».

Sin embargo, para Lorca Nueva York «es una ciudad monstruosa, en donde la condición humana está aplastada, todos los débiles sufren y en donde no hay esperanza posible, no hay futuro. Es decir, es una visión completamente opuesta que, por cierto, viene a coincidir con la que de París dio Baudelaire, contemporáneo de Whitman», comenta Villanueva.

Esa visión «absolutamente terrible y descarnada» de Nueva York que ofrece Lorca en su poemario, no coincide con «el deslumbramiento» que transmiten las cartas que escribió nada más llegar a Estados Unidos en 1929.

Lorca apenas había salido de España y «es comprensible su deslumbramiento inicial, pero enseguida empieza a sentir angustia, una palabra que se repite mucho y que traslada a los versos de Poeta en Nueva York», que se publicó en 1940, cuatro años después del asesinato del escritor.

Escribir Imágenes de la ciudad, cuyo origen tiene que ver con el curso que en el 2007 dio el director de la RAE en la City University of New York, le supuso a Villanueva sumergirse durante un tiempo en la década «prodigiosa» de los años veinte, «la única de paz entre dos terribles guerras mundiales».

Esos años fueron «de felicidad, de esperanza y de un desarrollo prodigioso en lo económico, en lo científico, técnico y artístico. Es el momento de todas las vanguardias y el decenio en el que el cine se hace maduro y se convierte en el séptimo arte», señala.

El «cine puro» de aquellos años se acerca mucho a la poesía de la vanguardia, que en algunos casos se considera poesía pura.

Un excelente ejemplo de esa confluencia de cine y poesía es la película Manhatta, estrenada en 1921 por Paul Strand y Charles Sheeler, que pone en imágenes los versos de Whitman sobre Nueva York.

«Lo curioso» es que Whitman había muerto en 1892. Pero sus versos «resisten el paso del tiempo y el Nueva York de casi 30 años después sigue respondiendo a las imágenes verbales que el poeta norteamericano dejó plasmadas», afirma Villanueva.

En su libro, el director de la RAE analiza también la influencia de la ciudad en el cine, y se detiene en «obras extraordinarias» como Metropolis, de Fritz Lang; Berlín, sinfonía de una gran ciudad, de Walter Ruttmann, o El hombre con la cámara de filmar, del ruso Dziga Vertov.

Curiosamente, «la imagen que da Vertov es muy parecida a la de Whitman aunque por razones ideológicamente contrapuestas. Whitman creía en la democracia liberal capitalista. En cambio, Vertov consideraba que las grandes ciudades de Rusia eran el escenario del hombre nuevo que la revolución había alumbrado».

¡Hola!

¿Has buscado tu duda en nuestra web?

Si no la encuentras, rellena este formulario:

Los campos con * son obligatorios