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Carmen Naranjo (Agencia EFE)

Darío Villanueva: con el virus de la corrección política el «Diccionario» desaparecería

El «virus» de la corrección política se puede cargar la producción artística y literaria, aseguró el académico y exdirector de la Real Academia Española (RAE) Darío Villanueva, que afirmó también que si permitieran la entrada de esos criterios en el «Diccionario de la lengua española» este desaparecería.

De la historia y los peligros de la corrección política y la posverdad habla Villanueva en su libro «Morderse la lengua» (Espasa), dos fenómenos que, aseguró, impregnan y pervierten el discurso de políticos, medios de comunicación y redes sociales y afectan a las relaciones personales y profesionales, a la investigación, a la creación y a las expresiones artísticas.

Sobre la corrección política, Villanueva explicó en una entrevista con EFE cómo comprobó personalmente en Estados Unidos en 1984 esta «nueva forma de censura» cuando daba clase como profesor visitante en la Universidad de Colorado.

Fue en un curso sobre la novela picaresca española cuando abordaron «El buscón» de Francisco de Quevedo, que era antisemita, y dos alumnos judíos denunciaron a Villanueva ante el decano.

«La sangre no llegó al río», explicó el académico, porque el decano les convenció de que sin esa obra de 1615 no se podía explicar la picaresca, pero está convencido de que si hubiera ocurrido unos años después, sí hubiera tenido consecuencias. Y subrayó cómo la corrección política ha llevado a los movimientos del revisionismo y la cancelación y puede cargarse la producción artística y literaria.

En nombre de la corrección política, la Real Academia Española recibe «presiones continuas desde distintos niveles», ya sea individuales, organizaciones de la sociedad civil, embajadas extranjeras y partidos políticos y gobiernos, indica Villanueva, que asegura que es al contrario de la antigua censura, que iba de arriba abajo.

Pero, advirtió, «jamás vamos a hacer un diccionario censurado porque las palabras no las inventamos los académicos ni lo hacemos por fastidiar. Recogemos la lengua que realmente existe porque los creadores son los hablantes; es lo más democrático que existe», añadió el exdirector de la RAE.

«Sería un pecado imperdonable que ejerciéramos censura sobre la lengua», recalcó Darío Villanueva, que consideró que, si los criterios de corrección política consiguen entrar en el «Diccionario», desaparecerá «porque no hay límite ni frontera».

Aunque recordó que se han revisado muy atentamente las definiciones que incluye el diccionario y que hay marcas que acompañan a las palabras en las que se explica si son peyorativas o discriminatorias.

Entre las «exigencias» recibidas en la RAE recordó la de una señora que quería que se retirara del «Diccionario» la palabra «mayormente» porque «le chirriaba» o la de otros dos ciudadanos que pedían la eliminación de la palabra «racional» porque era ofensivo para los seres irracionales.

Aunque para «pintoresco», dijo Villanueva, el caso de un hombre que se apellidaba Chapero que amenazaba con recurrir al Defensor del Pueblo si no se retiraba la acepción de esa palabra del diccionario, ya que consideraba que era un agravio para su familia, aduciendo que él no se había prostituido nunca.

También citó la petición de un grupo de padres que habían perdido a sus hijos y que querían que el diccionario incluyera la palabra «huérfilo» para definirlos cuando, explicó Villanueva, precisamente ese término está mal construido y significaría «amante de la orfandad», además de que «huérfano» incluye esa acepción y existe además «deshijado».

Sobre el lenguaje inclusivo, insistió en que «no se puede confundir machismo con gramática» y consideró falso «ese mantra» de que el español a través del uso del masculino genérico hace una afirmación del patriarcado.

Cree que el tipo de referencias dobles como «señoras y señores» o «niños y niñas» irán ganando espacio pero no, dice, «dobletes sistemáticos y estomagantes» ni «frivolidades ortográficas» como la arroba o la «x».

Recordó también el «desasosiego» que sintió cuando la vicepresidenta del Gobierno español, Carmen Calvo, anunció que había encargado a la RAE un estudio para adecuar la Constitución a un lenguaje «inclusivo» porque está «en masculino», ya que le pareció incomprensible que, cuando se conmemoraban sus 40 años, se echara un «borrón» sobre la carta magna.

El informe de la RAE, explicó, determinó posteriormente que el lenguaje de la Constitución es «gramaticalmente impecable».

Sobre la posverdad, Darío Villanueva señaló que tiene sus antecedentes en la mentira política de la que ya hablaron Platón y Maquiavelo. Pero es Donald Trump el «gran apóstol de la posverdad» y está registrado que emitió 20 000 mentiras en su mandato.

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