Hay opiniones para todos los gustos y el mío y el de esta Eñe se encaminan hacia la longaniza, por poco académico que resulte. Al fin y al cabo, de una palabra se trata, y muy antigua en español, si hacemos caso de lo que nos dicen los textos, que ya la documentan en 1240. Acarrea la pobre longaniza no muy buena fama desde entonces, no por su sabor, sino por sus consecuencias para la salud, como ya se nos advierte en un tratado anónimo de medicina por allá por 1381. Su nombre procede del latín vulgar lucanicia y mi admirado Covarrubias nos explica que procede de la región italiana de Lucania.
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