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Javier Bezos (Fundéu BBVA)

Cómo se produjo el «Manual de español urgente»

Hace algo más de un año se publicó una nueva edición del Manual de español urgente, la primera de una nueva etapa y la decimonovena de la serie completa.

Manual de español urgenteHabían pasado siete años desde la anterior y la obra necesitaba una actualización y una revisión a fondo.

La editorial cambió y con ello también se decidió modernizar la presentación de la obra, aunque se intentara conservar el espíritu de su contenido y mantener la sencilla estructura en la exposición que la ha caracterizado. Sin embargo, en esta ocasión la composición del texto y la maquetación se ha hecho dentro de la propia Fundéu, en lugar de en la editorial, aprovechando que también trabajo en esta especialidad. Este artículo ofrece algunos apuntes sobre el proceso seguido en su producción.

Herramientas básicas

El objetivo último es crear un archivo en formato PDF que se pueda utilizar en la imprenta para producir el libro. Para ello, un procedimiento habitual pasa por un programa como InDesign, pero no es la única posibilidad. En este caso opté por un programa denominado TeX (que en realidad es un conjunto de programas), poco conocido en el mundo editorial hispano y a menudo asociado a «trabajos académicos» de aficionados, pero que en realidad es un sistema profesional de gran refinamiento tipográfico. Un buen número de grandes editoriales y corporaciones lo emplean no solo por sus resultados, sino también porque permite automatizar en gran medida el proceso de creación del PDF.

Se trata de un sistema basado en marcas, al estilo de HTML o Markdown, que en ocasiones se ha caracterizado por las siglas inglesas WYSIWYM: «lo que se obtiene es lo que se pretende». En el texto solo se marca, por ejemplo, qué es el título, qué es una cita, qué es una sigla… y el sistema le da el formato adecuado.

Trabajo con TeX con vista en PDFPara la entrada del texto con las marcas utilicé el programa Emacs con AucTeX. Hay más opciones, por supuesto, pero a pesar de sus idiosincrasias me encuentro más a gusto con él que con interfaces del estilo de Word o herramientas como Scrivener. Aunque popular sobre todo entre programadores, dispone de muchas funciones útiles para la escritura de un libro: estructurar y reorganizar fácilmente el texto, así como moverse por él, gestionar remisiones y entradas del índice alfabético, tomar notas, planificar tareas, etc.

Diseño

Se ha puesto especial cuidado tanto en la tipografía como en la ortotipografía.

La fuente tipográfica principal es Minion Pro. Aunque la editorial trabaja a menudo con Bembo, este última es más limitada no solo en la cantidad de caracteres, sino también en la diversidad de variantes para diferentes tipos de texto: títulos, cuerpo de texto, notas y ejemplos de menor tamaño. Las letras de palo seco van en Officina Sans, que tiene la ventaja de que la ele minúscula se diferencia claramente de la i mayúscula, un detalle importante en un glosario.

La impresión se hizo a dos tintas: negro y el azul de la Fundéu. En el archivo PDF se definió un color directo basado en el código de Pantone que corresponde a la imagen corporativa. Este color resulta muy tenue para el texto, pero demasiado oscuro para el fondo, por lo que se emplea sobre todo en elementos decorativos.

No se puede, en general, aplicar todas las posibles normas ortotipográficas al uso y siempre habrá que llegar a un compromiso. Por ejemplo, aunque por lo general sea mejor no dividir palabras de menos de cinco letras ni nombres propios, en un texto con una medida tan corta como este (sobre todo en el glosario, a dos columnas) aplicar esta regla solo hubiera conducido a males mayores. Así, para optimizar el gris tipográfico, es decir, la sensación visual de que las letras están distribuidas de modo uniforme, hice algunos retoques manuales, como insertar espacios de no división en determinados sitios.

Cuestiones técnicas

Cada pocos capítulos era un documento independiente. Los últimos retoques para reunirlos los hice con jPDF, una utilidad gratuita en Java que permite un buen número de manipulaciones. Realmente la reunión de los archivos PDF se podía haber hecho con el propio TeX, pero opté por esta vía porque manejaba mejor los marcadores (inútiles para imprenta, pero hay que pensar también en la comodidad de los correctores).

El glosario que abarca casi la mitad del libro no existe como documento en sí. Se trata de una base de datos en un formato simple de texto conocido como CSV (comma separated values) que puede ser fácilmente editado por multitud de vías. En un principio, opté por las hojas de cálculo de Google Drive, pero me obligaba a exportarlo cada vez que componía el libro, por lo que posteriormente lo pasé a un archivo sincronizado en la nube, que ya podía editar y leer directamente en varias ubicaciones sin necesidad de ningún paso intermedio. Aunque hay editores específicos de CSV, el de LibreOffice ofrece muchas posibilidades que no encontré en otros. Desde dentro del propio TeX es posible leer este archivo, ordenarlo alfabéticamente, dar formato a las entradas y las definiciones, generar las guías a la cabeza con la primera y la última palabra de las páginas, crear remisiones, etc., de modo automático, directamente del CSV.

Índice generalTampoco existen como tales el índice general y el alfabético, que TeX permite generar de una forma extremadamente fiable, incluso los más complejos (aunque en este caso eran relativamente sencillos).

Excepcionalmente, la bibliografía la hice manualmente. Ya estaba creada y aunque necesitaba retoques, era mucho más sencillo hacerlos directamente que pasarlo todo a una base de datos. Tal vez en próximas ediciones sí esté convertido para manejarlo más cómodamente si hacen falta muchos cambios.

Un buen control de versiones es esencial en un trabajo de esta magnitud. Como los archivos desde los que se genera el PDF son de texto, se pueden emplear multitud de aplicaciones externas. Para el trabajo local empleo TortoiseSVN (basado en Subversion), que me permite ir registrando fácilmente los cambios, comparar versiones y recuperar cualquier texto anterior.

Los paréntesis de las notas complementarias iban a ajustarse a la longitud de texto, pero resultó que todas ellas acabaron con el mismo número de líneas, salvo una. Nada me costó quitar unas pocas palabras, que por lo demás tampoco eran esenciales.  Preciso es añadir que esta es una de los pocas ventajas de que quien escribe y quien maqueta el texto es la misma persona.

Para las revisiones previas a las efectuadas por el corrector de estilo, empleé el corrector aspell (versión para Windows del popular ispell). No es difícil extraer el texto del PDF conservando la estructura de líneas: con un programa que preparé lo analizaba para que me alertara de guiones seguidos en varias líneas, palabras partidas de cuatro letras, líneas ladronas, comienzos o finales idénticos en líneas seguidas… Aunque el sistema permite evitar muchos de estos problemas de modo automático, la rígida imposición de reglas de este tipo puede causar problemas en el gris tipográfico y, tal como expliqué, prefiero una composición algo más flexible que me permita decidir qué he de ajustar exactamente.

Aun así, es claro que algún desliz o lapsus se ha escapado. Como toda obra humana, es imperfecta y tal vez haya decisiones que no hayan sido las mejores en un determinado contexto. En futuras ediciones se irán corrigiendo y la edición electrónica ya ha incorporado algunos cambios.

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