En estos días en que se rematan fichajes y cesiones, la cláusula del miedo se añade sin rubor a los contratos; y los aficionados no suelen ser conscientes de ello hasta que se ejecuta en partidos concretos y ven cómo uno de sus mejores futbolistas se queda en el vestuario.
Primero llegó el hecho, y después su denominación. El hecho consiste en que un club traspasa o cede a otro un futbolista con la condición de que no juegue en los partidos en que ambos equipos se hayan de enfrentar. Y la denominación cláusula del miedo define muy bien la jindama que se experimenta al escribir ese ominoso apartado del contrato.
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