Por eso solemos decirnos a nosotros mismos, a nuestros hijos, amigos o parejas: «Pónganse abusados» o simplemente «abusados». Esto es, usamos el vocablo abusado para pedir el estar atentos, alertas, listos o para agudizar destrezas.
Hasta hace muy poco, la palabra abusado era solo el participio pasivo del verbo abusar (como crucificado de crucificar). Por ello, fuera de nuestras fronteras no tenía mucho sentido, pues era tanto como pedir a alguien: *«Ponte crucificado». Y si ello se entendía como colocarse en posición para ser objeto de crucifixión, entonces, la orden de «¡abusado!» sería tanto como pedir que alguien se prepara para ser objeto de abuso.
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