Sin embargo, ante la diversidad geográfica, la influencia mayor o menor de otros idiomas, la actitud receptiva o reticente de neologismos, la conservación de arcaísmos entre grupos menos globalizados y las posiciones en ocasiones irreconciliables de los académicos, cada día la unidad lingüística presenta numerosas fisuras.
Cuando fue presentado el Diccionario panhispánico de dudas, DPD (1985), culminaban 10 años de trabajo constante entre las academias para lograr una obra lo más genérica y conciliadora entre las diversas modalidades del español. La obra fue muy exitosa. Mucho tiempo hubo en que no se lograba consenso sobre el giro que debía tomar nuestro idioma.
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