«Estos pequeños dibujos que han invadido nuestras vidas a través de la tecnología logran algo que ni las pinturas prehistóricas ni el esperanto consiguieron: un lenguaje universal que resulta práctico y atractivo a mucha gente muy diferente. Son capaces de hablar de cosas, de acciones y, sobre todo, de emociones. Además, la Fundéu BBVA eligió los emojis como la palabra del año 2019», comienza el texto de Tascón.
«Escribir con emojis supone volver a nuestros orígenes. Hace más de 40 000 años en Indonesia nuestros antepasados dibujaban escenas de caza, animales y personas. Hace unos 20 000 en el norte de España, en Altamira, pintaban bisontes. Mucho antes de que aparecieran los primeros alfabetos, la humanidad se comunicaba a través de dibujos, ideogramas, jeroglíficos… En el inicio representaban objetos ordinarios y, poco a poco, también ideas. Como dijo el historiador de arte austriaco Otto Pächt, “en el principio fue el ojo, no el verbo”. Esas pinturas rupestres se podrían considerar el primer intento, sin saberlo, de un lenguaje universal, una suerte de protoemoji del bisonte».