Le oí a Arsenio Escolar, director del gratuito 20 minutos, contar la respuesta que le dio el periodista Manolo Saco a Fernando Lázaro Carreter en el consejo editorial del ya desaparecido El Sol, cuando el académico protestaba ante el responsable de edición por los fallos en ese diario: «Don Fernando, las erratas son las últimas que abandonan el barco». En efecto: puede ocurrir que desaparezca una publicación y que las erratas continúen escondidas bajo sus mesas polvorientas, a la espera de asaltar a un nuevo incauto.
Pero hay maneras de reducir los desatinos. Una de ellas puede consistir simplemente en que los redactores más despistados se fijen en la diferencia entre aún así y aun así, casi con seguridad la mayor fuente de pifias ortográficas en la prensa.
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