Estos son algunos de los americanismos incorporados a la 23.ª edición del Diccionario de la lengua española, presentada hoy.
La colaboración de las instituciones americanas ha sido fundamental para actualizar y reforzar los términos propios de todos estos países. En la 23ª edición hay casi 19.000 americanismos.
El criterio que han seguido las veintidós Academias para incluir determinadas palabras es que, como mínimo, se usen en tres países.
De la fusión de amigo y novio nace amigovio, una voz coloquial propia de Argentina, México, Paraguay y Uruguay, y que significa ‘persona que mantiene con otra una relación de menor compromiso formal que un noviazgo’.
Salvo en México, en esos países se emplea también el verbo cajonear cuando se retarda el trámite de un expediente administrativo.
Mucho más extendido por Latinoamérica está el diminutivo basurita, esa partícula de suciedad que molesta tanto cuando se introduce en el ojo, así como la voz lonchera, el ‘recipiente pequeño que sirve para llevar comida ligera, especialmente los niños cuando van a la escuela’.
A los automovilistas del Cono Sur y de países como Bolivia, Ecuador y Perú, no les hará ninguna gracia que les pinchen los neumáticos de sus vehículos con un miguelito, un ‘artefacto con clavos grandes y retorcidos’ que también entra en el Diccionario de la RAE.
A los que limpian los cristales, y al producto que se utiliza para hacerlo, se les llama limpiavidrios, y guardavidas, a la persona encargada de la seguridad de los bañistas.
Los niños latinoamericanos van al jardín de infancia o kínder (forma acortada de ‘kindergarten’), otro término que se incorpora al DRAE, como lo hace motoneta, una ‘motocicleta con ruedas pequeñas, que tiene una plataforma para apoyar los pies’.
En el lenguaje coloquial de México, Paraguay y Puerto Rico, papichulo es un ‘hombre que, por su atractivo físico, es objeto de deseo’. Y entre los mexicanos y los centroamericanos, platicón (o platicona) es un charlatán.
En la edición digital del Diccionario lleva ya un tiempo la palabra nocaut, es decir, ese ‘golpe que deja fuera de combate’. Y a la de papel llega ahora el notero, un término utilizado para designar al periodista que recoge y redacta noticias para prensa, radio o televisión.
El léxico deportivo del Diccionario se enriquece con nuevos americanismos:
En fútbol, el taquito es ese ‘golpe que se da al balón con el talón’, y en el béisbol, un pícher es un lanzador. Y réferi (o referí) es sinónimo de árbitro en Latinoamérica.
Un bíper es, en buena parte de América, un aparato electrónico que registra llamadas y mensajes. Y cuando uno es muy lento en la realización de un trabajo, pueden acusarlo de tortuguismo.
De Estados Unidos procede la acepción de billón equivalente a mil millones, frente al millón de millones que significa en otros países.
El verbo conflictuar lo conjugan quienes provocan ‘un conflicto en algo o en alguien’, y propagandear, aquellos que hacen propaganda o publicidad.
El que se encarga del vestuario de los actores en cine, teatro o televisión es un vestuarista; mientras que en México y Centroamérica a la cremallera también le dicen zíper, clara adaptación del inglés zipper.