«Eso es un auténtico prejuicio, un espejismo. No es que se hable mejor o peor, simplemente es que tenemos distintas maneras de hacerlo», recalcó el director de la Academia Chilena de la Lengua, durante el debate «¿Por qué hablamos tan mal los chilenos? Mitos es historia de la lengua española en nuestro país».
Matus recordó la explicación que dio el escritor Jorge Luis Borges una vez que le preguntaron si consideraba que los españoles hablaban mejor que los argentinos: «No, lo que pasan es que ellos hablan más fuerte que nosotros y además lo hacen con la seguridad de quien no conoce la duda».
«La lengua es historia. Hay razones históricas que explican el hecho de que existan distintas formas de hablar una misma lengua y por qué hay una distancia entre la pronunciación de los chilenos y la lengua escrita», señaló Matus.
«La única autoridad en materia de lengua es la lengua misma», subrayó.
En el coloquio, celebrado en el Teatro Condell de Valparaíso, intervino también el lingüista Darío Rojas, autor del ensayo «Por qué los chilenos hablamos como hablamos» y quien a sus 32 años es uno de los académicos de la lengua española más jóvenes en el mundo.
En Chile se dice guagua (bebé), cachai (entiendes), guata (barriga), poh (pues) o carrete (fiesta), se vosea —¿Cómo estái? ¿Qué querí?— no se pronuncia la s al final de las palabras y se usa un tono agudo al hablar.
Pero esas notorias diferencias respecto de la norma estándar no son motivo para considerar que los habitantes del país austral hablan mejor o peor que otros países latinoamericanos, según este profesor de la Universidad de Chile.
«Hablar bien o hablar mal depende del contexto. Decir queri o veni no corresponde al nivel culto formal y por eso resulta inapropiado en un determinado contexto», señaló.
«El diccionario no es un código civil, simplemente registra el uso que se hace de las palabras», puntualizó Rojas, en tanto que para Matus, «una sociedad que se pretenda culta no puede aceptar que no haya diccionarios en las casas».
En opinión de Darío Rojas, hablar sobre una supuesta pobreza léxica de los chilenos «es una afirmación sin base científica, porque no hay estudios estadísticos».
«Un exponente de la creatividad y riqueza lingüísticas de los chilenos es la denominada fraseología, imágenes que poseen una base metafórica», comentó al respecto el director de la Academia Chilena de la Lengua, quien anunció que esta institución está trabajando en la elaboración de un Diccionario fraseológico chileno.
«Los chilenos somos muy ingeniosos para emplear eufemismos y así evitar expresiones que nos resultan incómodas, pero a veces el efecto obtenido es el contrario del que se pretendía, porque en lugar de ser solemnes, se acaba haciendo un chiste, como en la expresión “ponerse el pijama de palo” (‘fallecer’)», comentó Darío Rojas.
Para Alfredo Matus, «hay muchos adjetivos valorativos sobre el uso del lenguaje, pero la competencia idiomática se ciñe a lo correcto/incorrecto».
«Se puede hablar correctamente, pero de manera incoherente o inapropiada», explicó el académico, quien advirtió sobre las consecuencias lingüísticas del feminismo llevado a ultranza en aras de la corrección política.
Este es un fenómeno que tiene como origen la intención de evitar la invisibilizacion de la mujer a través de lenguaje, precisó por su parte Darío Rojas, quien apuntó que en algunas ocasiones es fácil encontrar la solución, como por ejemplo hablar de «la persona» o «el ser humano», en lugar de decir «el hombre».
«Hay que evitar toda discriminación, pero hay que buscar fórmulas que sean viables, no algunas que pueden llegar al ridículo», como la de estar conjugando constantemente el femenino y el masculino, advirtió el director de la Academia Chilena de la Lengua.