Noticias del español

| Álex Grijelmo (El País, España)

La letra «i» no adelgaza

Ese fonema adquiere un gran poder de sugestión, porque suele rondar muchos términos que evocan lo pequeño

Los comensales ya dan buena cuenta del postre cuando el camarero les dice: «¿Un chupito?».

Como hay que lograr que los clientes se vayan con ánimo de volver, nada mejor que ofrecerles un último producto envuelto en una palabra seductora; aunque se trate de un buen lingotazo de pacharán, de orujo, de aguardiente o de algún alcohol enmascarado en finas hierbas aromáticas.

Pero el camarero no preguntará «¿les apetece un lingotazo?».

La voz chupito refleja en nuestra mente un sorbito de licor, y para acrecentar su eficacia diminutiva se colocarán sobre la mesa unos vasos de inofensiva apariencia. La palabra elegida por el camarero hará que el comensal piense en el traguito del licorcito y en los vasitos, y que de esa forma se oculte a su vista (aunque la tenga delante de sus narices) la frasca más que mediada que contiene un atractivo destilado de entre 25 y 40 grados. Parece milagroso, pero las palabras que no se pronuncian consiguen a veces que desaparezcan los objetos que nombran.

[…]

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