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| Eduardo Palacios (Agencia Efe)

Defienden la profesión de corrector frente a su desaparición en los medios

La profesión de corrector es necesaria en los medios de comunicación, a pesar de que cada vez desaparecen más de las redacciones y hay medios que abogan por que sean sustituidos por programas informáticos.

Esta es una de las ideas principales que se han defendido hoy en el debate «Manuales y correctores», con el que ha finalizado el X Seminario Internacional de Lengua y Periodismo «Manuales de estilo en la era de la marca personal», organizado por la Fundación San Millán y la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia Efe y BBVA.

Los participantes en el debate han analizado el trabajo de los correctores y su labor para velar por la aplicación de los manuales de estilo periodístico.

La presidenta de La Unión de Correctores UniCo, Beatriz Benitez, durante su intervención en el debate. ©Efe/Raquel Manzanares

La presidenta de la Unión de Correctores (UniCo), Beatriz Benítez, ha considerado que, a los medios de comunicación, «una falta de ortografía les provoca vergüenza, un titular mal redactado pone en solfa su credibilidad y hasta un pie de foto mal escrito da una mala imagen».

«Un corrector es la red del trapecista, que es el periodista», ha asegurado, y, por ello, ha lamentado su paulatina desaparición de los medios, «a pesar de que no somos, ni mucho menos, lo más caro de una redacción».
También ha recalcado que «los correctores no cambian los textos, solo ayudan a que el mensaje final sea mas inteligible».

Intervención de Javier Bezos, coordinador del «Manual de Español Urgente». Foto: ©Efe/Raquel Manzanares

Javier Bezos, coordinador del Manual de español urgente, ha incidido en la importancia de que «haya alguien que alerte al periodista de que algo está mal, incluso si él no lo cree así».

Ha afirmado que «ya existen herramientas informáticas que hacen ese papel» y que, «incluso, avisan a quien escribe de si una palabra está mal empleada en un contexto».

«Eso ya está ahí, pero detrás tiene que haber alguien, los correctores humanos, vigilando», ha defendido y se ha mostrado partidario de que los medios de comunicación hagan, después de publicar, «un control de calidad» de corrección lingüística y de ajuste al manual de estilo.

Ha sido el director del servicio en español de la agencia Associated Press, Alejandro Manrique, quien ha incidido en que, dada la situación económica de las empresas periodísticas, «no es posible tener los correctores que harían falta».

La tendencia es, ha asegurado, recurrir a programas informáticos de corrección automática, algo «sobre lo que habría que hacer un gran debate», dado que «si la información es un servicio público, ¿está bien dejar en manos de robots el producto final?», ha cuestionado.

«Además, en las redacciones hay quien piensa que los correctores son personas que matan el estilo», pero «creo que no es así y hay que ayudar a que sea una profesión que se mantenga», ha concluido.

En este mismo sentido, el vicedecano de Docencia de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, Santiago Tejedor, ha explicado que ya hay una revista, Forbes, que hace artículos con máquinas, «algo que puede parecer interesante, pero, en realidad, los programas informáticos no saben contar historias ni saben contarlas bien».

Por eso, ha incidido en que, si el trabajo de corrección estilística en una redacción o, incluso, el de redactar noticias «se deja en manos de máquinas, se habrá perdido la batalla de una información de calidad», porque «las buenas historias las cuentan las personas».

El filólogo del departamento Practica Español de la Agencia Efe, Alberto Gómez Font, ha asegurado que «las herramientas no son un enemigo, ayudan, aunque, por mucho que se programen, no van a sustituir a la persona».

Además, ha advertido sobre la tendencia de que las grandes empresas cada vez contratan a más correctores en busca de que los textos que hacen públicos no contengan errores lingüísticos.

Algo a lo que también ha aludido la profesora de la Universidad del País Vasco María José Cantalapiedra, quien se ha referido a que esa tendencia «tiene que ver con el servicio público que es la información y con la democracia».

Porque «las grandes compañías pagan más a los correctores que los medios y también a los periodistas», frente a «contratos cada vez más precarios en las redacciones, donde solo hay tiempo para reproducir lo que llega de esas empresas».

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