Nuestro idioma se caracteriza por el amplio vocabulario que acogemos al momento de expresarnos. Desde palabras coloquiales como «revolú» y jergas juveniles como «guillaera», hasta anglicismos como «parking» y argot tecnológico como «web» y «mouse», forman parte del léxico que utilizamos a diario.
Carteles de aviso, subtítulos en películas y artículos de prensa son ejemplo del poco cuidado que en ocasiones se presta a la ortografía.
Desde el romanticismo de los culebrones televisivos al pragmatismo de programas informáticos, la formalidad de las Academias o la espontaneidad de los medios de comunicación, el español seguirá siendo un idioma vivo y de gran futuro, sometido a las ventajas y desventajas de la globalización.
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