Leyendo y oyendo lo que diariamente se publica o se transmite en los medios, la manera como se expresan nuestros políticos, los textos infames que llegan a manos de los lectores de cualquier edad, los ofensivos carteles y anuncios publicitarios que nos bombardean con errores e impropiedades de toda clase, resulta chocante que no se alcen más voces para reclamar un mayor cuidado del idioma, algún tipo de control de calidad efectivo de la producción oral y escrita en español, ejercido por las instituciones y organismos que deberían velar por la corrección de nuestra lengua.
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