S. M. la reina presidió el miércoles 6 de octubre la clausura de la decimoquinta edición del Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, organizado por la FundéuRAE y la Fundación San Millán de la Cogolla. El encuentro, celebrado en el monasterio de Yuso, llevó por título Bulos científicos: periodismo y lengua como armas de defensa y se centró en el desafío que ha supuesto la pandemia para los medios de comunicación y la importancia del idioma para explicar con rigor temas especializados del ámbito científico y sanitario.

La sesión de clausura contó con la presencia de la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, y con las intervenciones del presidente de la FundéuRAE y director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, y la presidenta de La Rioja y presidenta de la Fundación San Millán de la Cogolla, Concepción Andreu. Muñoz Machado aseguró que tanto el primero como el segundo debate del seminario habían sido «muy interesantes» e insistió en que, para comunicar bien, es imprescindible disponer en primer lugar de «las palabras adecuadas», especialmente en el ámbito científico. El presidente de la FundéuRAE afirmó que el auténtico reto está en saber cómo comunicar con exactitud sobre ciencia cuando los propios científicos aún no están seguros de la verdad. Igualmente, destacó la importancia del lenguaje claro para hacer comprensibles los temas más complejos.

Tras la sesión de clausura tuvo lugar el tercer y último debate del seminario, que se celebró bajo la presidencia de S. M. la reina. Titulado «COVID, divulgación y periodismo científico: los retos de la pandemia», reunió a Esther Samper, médica y comunicadora sanitaria; Pampa G. Molina, periodista de ciencia y redactora jefa de la agencia Sinc; David Callejo, anestesista y divulgador a través de Instagram; Josefa Gómez de Enterría, profesora de la Universidad de Alcalá y especialista en terminología científica, y Cristina González, filóloga de la Unidad de Terminología Médica de la Real Academia Nacional de Medicina. Moderados por la escritora y académica de la RAE Soledad Puértolas, los participantes debatieron sobre la divulgación científica y su relevante papel durante la pandemia, el buen uso de la terminología científica para informar de forma precisa y el reto que ha supuesto comunicar en medio de la incertidumbre.

En opinión de Esther Samper, la comunicación que han realizado los profesionales sanitarios durante la pandemia ha resultado esencial, ya que se trataba de una situación compleja en la que había que tener en cuenta «todos los ángulos, porque, si solo vemos una perspectiva, no veremos la realidad tal cual es». Defendió que los profesionales de la salud dieran información «complementaria» y aseguró que gran parte del éxito de la vacunación en España se debía «a una confianza muy potente en los profesionales sanitarios».

En la misma línea opinó en su intervención el anestesista y divulgador David Callejo, para quien reinventarse ha sido «una palabra de moda» durante esta pandemia (él mismo tuvo que hacerlo para amoldarse a las circunstancias sanitarias) y «la divulgación se ha adaptado mejor a las redes sociales», coincidiendo con Esther Samper en que el papel de los divulgadores ha conseguido que la vacunación fuera un éxito.

La periodista Pampa G. Molina argumentó que la pandemia había supuesto tres retos para los medios de comunicación: ofrecer información urgente, que esa información estuviese validada por expertos y que fuese una comunicación clara. No obstante, añadió que saber escoger qué era relevante en un momento de «tsunami de publicaciones» fue otro gran desafío. «Se ha producido una oleada de infodemia, no solo para el público general, sino también para los periodistas», por lo que había que tener claro que «no toda la información es importante para contarla al público general».

Uno de los conceptos más repetidos durante el seminario fue la dificultad que suponía informar sobre un hecho científico novedoso, ofrecer certezas cuando aún la ciencia no las tiene. Para Samper, «seguir la ciencia en vivo y en directo en esta pandemia ha sido complicado», ya que ha habido que matizar que los hechos podían cambiar según avanzasen los descubrimientos científicos. Los ponentes coincidieron en afirmar que, en una situación excepcional como la pandemia, pudo dar la sensación de que la ciencia estaba llena de errores, pero, en realidad, era «la ciencia corrigiéndose a sí misma», en palabras de Samper. «Era importante hablar abiertamente de lo que no sabíamos», defendió la médica y comunicadora sanitaria. Del mismo modo opinó Pampa G. Molina: «La ciencia no es monolítica, no es una verdad revelada».

La novedad de la pandemia ha supuesto también un reto para los terminólogos. En este sentido, Josefa Gómez de Enterría comentó que, por lo general, el proceso de acuñación de un término suele llevar «un tiempo», pues hay que esperar a que llegue a la literatura científica y, después, valorar su rigor. En cambio, la pandemia provocó la aparición de muchos términos novedosos sobre los que aún no se habían pronunciado los terminólogos, lo que suponía que llegaban palabras que podían ser poco claras o poco precisas. La especialista en terminología científica puso el ejemplo de vacunas 3D, una denominación nueva de la que se han registrado 20 variantes diferentes desde el día 26 de septiembre hasta el 5 de octubre. En opinión de Gómez de Enterría, los periodistas solo pueden tratar de explicar los términos nuevos lo máximo posible, a la espera de que las instituciones se pronuncien sobre ellos y los fijen.

La aparición de nuevos términos también implica que surjan dudas sobre su uso. Cristina González expuso en su intervención el ejemplo de la denominación del coronavirus, SARS-CoV-2, un nombre «poco amigable», que fue pronto desbancado en los medios por el de la enfermedad, COVID-19. En su opinión, este último saltó al mundo «de inmediato» porque la gente necesitaba tener un nombre para referirse a aquello que estaba pasando. Sin embargo, trajo consigo otras preguntas: ¿cómo se pronuncia?, ¿es masculino o femenino?, ¿son válidas otras variantes? Así, González destacó el papel de la Real Academia Nacional de Medicina de España, que pretende ser «una herramienta para periodistas y para difundir con claridad». La filóloga defendió también la labor de la FundéuRAE, que sirve de enlace entre la Real Academia Nacional de Medicina y los medios de comunicación. «Ellos detectan términos y nos pasan las preguntas», explicó González, quien ofreció algunos ejemplos de palabras que han generado dudas en la prensa y sobre los que la FundéuRAE ha creado recomendaciones, como la confusión entre cepa y variante o la diferencia entre tasa de mortalidad y tasa de letalidad.

Por último, el debate derivó hacia la cuestión de los bulos, uno de los principales problemas para la comunicación durante esta pandemia. «No hay nada más poderoso que la información y nada más peligroso que la desinformación», dijo David Callejo, que se mostró muy crítico con quienes han distribuido bulos mientras los profesionales médicos se enfrentaban a las consecuencias del virus en los hospitales. Por su parte, Pampa García recordó la importancia de contar siempre con expertos para verificar la información científica, ya que, «ha habido muchas crisis de expertos», personas que podían ser buenas comunicadoras, pero no auténticas conocedoras del tema. La periodista también destacó que los medios hubieran hecho «una mala comunicación de la ciencia durante mucho tiempo», remarcando que el hecho de que un titular comience con «Según un estudio…» no implica que sea cierto lo que se dice a continuación, pues un estudio es solo «una porción de la realidad».