No deja de ser triste que cualquiera sepa en qué se diferencian unos partidos de otros y que se hagan tan pocos esfuerzos por recordar en qué puntos están de acuerdo o qué medidas están tomando para acercar posiciones que permitan consensos. Puede que la estrategia del enfrentamiento procure beneficios electorales, pero también se agradece rebajar la crispación y sustituir pilares ideológicos inamovibles por puentes de encuentro.
Esta labor de unión recae en la lengua sobre las conjunciones y las preposiciones: si digo PSOE PP Ciudadanos Podemos participarán debate cuatro, nos formamos una idea en bruto de lo que pretende expresarse, pero la oración resulta mucho más fluida y armónica con los nexos y enlaces omitidos: PSOE, PP, Ciudadanos y Podemos participarán en un debate a cuatro.
Cuidar el discurso es cuidar el mensaje central y los detalles. Por tanto, cuando se informe sobre el debate electoral, convendrá decir que un candidato se mide con otro, mejor que se mide a otro. Puede parecer un cambio pequeño, pero acertar con la preposición da la talla de la noticia.
Esta misma semana Álvarez de Toledo e Irene Montero se han enredado al abordar la cuestión del consentimiento expreso para tener relaciones sexuales; más en concreto, discutían si un silencio es siempre un no. Sin duda, aquí lo prioritario, por no decir lo único importante, es acabar con los delitos y, si se producen, que no queden impunes. Reconocido esto, permítaseme la frivolidad de precisar que ya era hora de que la sociedad se rebelase contra esta clase de abusos, con la preposición contra, y no rebelarse a.
Otros temas omnipresentes son acabar con la brecha salarial y remunerar el cuidado a los familiares dependientes. A tal fin, la sociedad debe dotarse de instrumentos que faculten a la mujer para acceder a puestos de trabajo, para ejercer cargos directivos y conciliar trabajo y familia. He dicho facultar para, no facultar a. Lo contrario es atentar contra el derecho a la igualdad, que no atentar al derecho a la igualdad.
Por otra parte, está claro que lo fundamental es que los partidos cumplan sus promesas electorales. Pero, llegado el caso de que las palabras se las lleve el viento, bueno será que al menos se diga que el presidente ha incumplido sus promesas, sin preposición, en lugar de ha incumplido con sus promesas.
¿Cuál será el partido ganador? Resulta difícil vaticinarlo, pues se estima que el porcentaje de votantes indecisos es elevado. Tal vez haya diferencias entre unos sondeos y otros, pero, desde el punto de vista lingüístico, no hay debate en que lo adecuado es barruntar que fulanito vencerá en las elecciones, con la preposición en, y no vencerá las elecciones, donde la preposición desaparece, quizá por influencia de ganar las elecciones.
Llegará entonces el complejo proceso de sumar escaños entre partidos afines con el objetivo de alcanzar una mayoría que permita gobernar. De triunfar tales negociaciones, lo apropiado será decir que el vencedor será elegido presidente, no será elegido como presidente.
Sería encomiable que los partidos menos votados felicitaran al ganador y, sin renunciar a hacer oposición, ayudasen a sacar adelante los proyectos que impulse el nuevo Gobierno.