Esta es una de las ideas en las que han coincidido los periodistas, escritores, lingüistas, filósofos y psicólogos que asisten al seminario, que analiza El lenguaje en la era de la posverdad y que está organizado por la Fundación San Millán y la Fundación del Español Urgente (Fundéu), promovida por la Agencia EFE y el BBVA.

Las intervenciones de los asistentes han estado precedidas por una conferencia de la investigadora en Lenguaje y Emoción en el Centro Suizo de Ciencias Afectivas de la Universidad de Ginebra, Cristina Soriano, quien no ha acudido a San Millán por problemas de salud y cuyo trabajo lo ha expuesto David García, investigador en el Centro de Ciencias de la Complejidad de Viena (Austria).

Este trabajo señala que las palabras que pronuncian las personas tienen «valencia», que es si en ellas predomina lo positivo o lo negativo; contienen opciones de «activación», que es «la energía que nos dan; incluyen «potencia», si se refieren «a cosas fuertes o débiles»; y «novedad», si aluden «a lo que podíamos esperar o a lo que no conocemos».

Ha defendido que «el lenguaje de las emociones está presente en todos los niveles del lenguaje» y «eso tiene efectos explícitos y otros más inconscientes» y «hace que sean un arma para la manipulación».

La periodista Lucía Méndez ha incidido en el concepto de «inteligencia emocional», que «se puso de moda como algo positivo, pero ahora lo emocional se ha vuelto negativo porque hablamos de emociones y pensamos en cosas malas».

Y en el periodismo, ha asegurado, «ahora tienen un gran poder los informáticos, que te dicen qué palabras poner en un titular porque son las más buscadas, y son siempre palabras negativas, oscuras, es como si el mundo se hubiera vuelto oscuro, hostil».

La filósofa y periodista Irene Lozano ha señalado que los algoritmos informáticos «se utilizan para que estemos enganchados a internet el mayor tiempo posible» y, para eso, se usan las emociones, en especial las negativas porque «algo indignante genera un comentario indignante y hace que te indignes más».

Ante eso, ha subrayado que «quien no está legitimado para manipular es el periodismo», pero «cada vez es más irresponsable porque cada vez incurre más en recursos que no son suyos, sino de la publicidad o la política».

El director del diario La Rioja, José Luis Prusén, cree que el periodista, «cuando transmite una información, lo hace contaminado por sus propias emociones», pero el periodismo se ejerce desde un punto de vista «de la ética de la verdad y del compromiso con la verdad», «verificando los hechos»

El catedrático de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Madrid José Miguel Fernández-Dols ha afirmado que «la tentación del periodista, en la que no hay que caer», es «generar temas emocionalmente atractivos»”, que «venden bien».

Por su parte, el catedrático de Filosofía Moral de la Universidad de Murcia Emilio Martínez ha reclamado «responsabilidad» a los periodistas para «defender unos mínimos», como «el concepto de respeto o que el discurso del odio está mal» porque «la posverdad va contra eso y hay que hacerle frente».