Un resultado sorprendente, al que no se encuentra una explicación evidente. Al propio director de la 23ª edición del diccionario de la lengua, Pedro Álvarez de Miranda, le resulta «chocante» y no halla una respuesta. No sabe qué lleva a los usuarios a buscar tantas veces esa palabra y confirma que los que, como él, conocen las interioridades del diccionario no dan con el motivo. Coincide con la académica Soledad Puértolas en que se ha podido trivializar el significado de cultura. «A veces la usamos y no significa nada. En algunos contextos, como el político, lo hacen porque queda bien», explica Puértolas, que se teme que haya quedado como una palabra comodín, recurrente, un concepto vago que se aplica a todo.
Ambos académicos coinciden en que es una palabra muy amplia, con gran peso semántico (el mismo caso que amor, que ocupa el número seis en este ranking del DRAE). Tratan de imaginar si ese puede ser el motivo de tantas consultas, que el usuario quiera cerciorarse o acotar el significado. Pero mantienen que son hipótesis muy difíciles de comprobar porque no responden a ningún hecho concreto.
[ … ]
Leer más en elpais.com