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| Agencia Efe/Feu

Los nativos digitales, el eslabón más débil de la corrección lingüística

Los nativos digitales, la generación que ha nacido ya en un mundo interconectado y digital, son el eslabón más débil en la cadena de la corrección lingüística y corren el riesgo, si el sistema educativo no lo corrige, de simplificar en exceso la lengua y, por tanto, el pensamiento.

Mesa de tabajo en la biblioteca del Cilengua. Foto: ©Judith González

Esa es una de las conclusiones del IX Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, celebrado la pasada semana y que han dado a conocer hoy sus organizadores, la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y la Fundación San Millán de la Cogolla.

Al encuentro, que inauguró la princesa de Asturias con una apelación al rigor como elemento esencial de la práctica del periodismo, asistieron lingüistas, periodistas y expertos en redes sociales y en tratamiento informático del idioma, que debatieron sobre cómo el nuevo entorno comunicativo digital puede estar influyendo en el español de hoy y cómo lo hará en el de un futuro inmediato.

En las conclusiones del seminario se destaca la coexistencia en el ámbito digital de textos redactados con criterios de calidad lingüística equiparable a la de los medios tradicionales junto a otros formatos y soportes gobernados por la inmediatez, a menudo privados o semiprivados, escritos de manera muy alejada de la norma.

La tendencia a escribir lo que se pronuncia eliminando letras o añadiendo otras (asta aora), la supresión de letras dobles (exar por echar), la eliminación de signos ortográficos (vienes?) o su uso como parte de emoticonos (:-)), la reducción de palabras a sus letras consonantes (dnd kdms?), los alargamientos expresivos (bieeeen), las abreviaciones y el uso de símbolos y números (tkm, +o-, sl2), el empleo expresivo de las mayúsculas como gritos… son solo algunos rasgos de este tipo de comunicación digital.

Para los expertos reunidos en San Millán algunos de ellos «están poniendo en peligro» la normatividad lingüística que tanto costó alcanzar —solo desde 1927 puede hablarse de una verdadera unidad ortográfica del español—.

Mientras esas formas constituyan un simple cambio de registro, una forma de expresarse que puede alternarse con otras más «formales», no será grave, señalan la conclusiones, que advierten del riesgo de que los nativos digitales solo aprendan a manejar esos nuevos códigos, lo que llevaría a una simplificación del lenguaje y, por tanto, «a una reducción del pensamiento crítico».

Por eso es fundamental, añaden, que el sistema educativo garantice que estas nuevas generaciones, «además de estos nuevos registros, puedan desenvolverse con soltura en otros más formales».

En las diferentes mesas redondas celebradas en el seminario se abordó también cómo el nuevo entorno digital afecta al papel del periodista y a su modo de emplear el idioma.

La ausencia en el ámbito digital del contexto que facilitan los medios tradicionales y las múltiples vías por las que un lector puede llegar a una noticia hacen, por ejemplo, que «los titulares cobren una renovada importancia».

Como la tienen el hecho de tener que usar un lenguaje reconocible por los buscadores, la necesidad de saltar continuamente de un formato a otro.

La combinación de formatos tradicionales con otros nuevos como el «minuto a minuto» y el debate sobre la contraposición de contenidos cortos y más largos culminó con la conclusión de que «a los géneros breves hay que darles el contrapunto de otro periodismo más lento y reflexivo» y con la advertencia de que «no se trata de que el periodismo largo no interese; no interesa el periodismo malo».

En las conclusiones del seminario, que pueden consultarse en la web de Fundéu BBVA (www.fundeu.es), se menciona también que las redes sociales «son el perfecto campo de entrenamiento tanto en periodismo como en otras formas de narrativa» y que, en el periodismo actual, «la unidireccionalidad ha terminado» porque se ha creado «una nueva experiencia de comunicación» con un lector que, más que eso, es ya «una persona conectada».

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