El problema con las mayúsculas de relevancia en la mayoría de los casos es su extremado carácter subjetivo lo que conduce a la falta de consenso en el inventario de palabras que podrían llevar mayúsculas, lo cual imposibilita su regularización ortográfica.
En mi trabajo como correctora o editora, este es un tema muy discutido con las empresas o instituciones que me solicitan mis servicios, en todo caso mi consejo es evitarla o, al menos, restringir al máximo su empleo, que en ningún caso debe convertirse en norma.
La Ortografía de la RAE es clara al señalar que «los sustantivos que designan títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos de cualquier rango (ya sean civiles, militares, religiosos, públicos o privados) deben escribirse con minúscula inicial por su condición de nombres comunes, tanto si se trata de usos genéricos. El rey reina, pero no gobierna; El papa es la máxima jerarquía del catolicismo; El presidente de la república es un cargo electo; como si se trata de menciones referidas a una persona concreta: La reina inaugurará la nueva biblioteca; El papa visitará la India en su próximo viaje; A la recepción ofrecida por el embajador acudió el presidente del Gobierno, acompañado de la ministra de Defensa y el general Martínez, jefe del Estado Mayor (…)»
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