Libro de los Libros, he dicho, y no exagero, porque los libros se tejen con palabras y todas las palabras de la lengua española, fraternalmente avenidas y pulcramente hilvanadas, se dan cita en la vigésimo tercera edición del Diccionario de la Institución que para, templa y manda en el ruedo de nuestro idioma.
En 1713 un puñado de hombres buenos, como define a las gentes de la Ilustración en su última novela el académico Arturo Pérez-Reverte, se reunió en la mansión madrileña del Marqués de Villena para limpiar, fijar y dar esplendor a las voces del idioma, expulsando de éste los términos bárbaros e impropios que lo contaminaban, y en 1715 se redactaron los primeros Estatutos.
Leer más en elmundo.es