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| Xavi Fernández de Castro (Agencia EFE)

Don Quijote no se atreve a cruzar el Sáhara

En África Subsahariana hay alrededor de un millón y medio de estudiantes de español, pero muy pocos lo aprenden en cursos o escuelas apoyadas por instituciones españolas, cuya presencia en el continente está limitada a la zona norte, sobre todo en Marruecos.

«La enseñanza del español en África Subsahariana tiene poco que ver con España y mucho con Francia y Cuba», explica a Efe Javier Serrano, profesor de español en la United States International University de Nairobi y editor de La enseñanza del español en África Subsahariana, cuya edición digital se ha publicado este año.

Afincado en este continente desde hace más de una década, la motivación de Serrano era cubrir un vacío en el conocimiento del español en África Subsahariana: «No hay becas, ni formación de profesores y no llegan libros, pero a pesar de eso hay países que tienen cientos de miles de estudiantes y nadie sabía nada de eso».

África occidental concentra a la gran mayoría de los estudiantes de español fruto de «la herencia de los sistemas educativos implantados por Francia durante la era colonial», que otorgaban al español el papel de segunda lengua y en muchos casos han sido mantenidos por los nuevos gobiernos.

Benín (412 000 estudiantes), Costa de Marfil (341 000), Senegal (205 000), Camerún (193 000) y Gabón (167 000) son los ejemplos más claros. Entre los cinco suman casi el 90% de los estudiantes de español en la región subsahariana.

El otro catalizador de la lengua española —«mucho menos relevante en cantidad, pero más prestigioso», puntualiza Serrano— es el sistema de becas que puso en marcha Cuba a partir de los 60 para formar «ingenieros, farmacéuticos y otros cuadros técnicos» de países como Angola, Etiopía y Uganda, que todavía persiste.

A su regreso de Cuba, esos médicos y técnicos, cuyas profesiones liberales les otorgan un estatus y un reconocimiento social, «no sirven de correa transmisora del español, pero sí crean un circuito de prestigio» a su alrededor, una circunstancia que no se da en otros sitios.

Aunque admite que «estudiar español no es lo mismo que usarlo en el día a día», Serrano lamenta la poca implicación de España en el fomento de la lengua en esta región y lo achaca a la ausencia de intereses económicos y políticos.

«Mientras en el norte de África hay 11 Institutos Cervantes para un máximo de 100 000 estudiantes de español, en África Subsahariana, donde hay 15 veces más, la única presencia es un Aula Cervantes en Dakar», señala Serrano.

El secretario general del Instituto Cervantes, Rafael Rodríguez-Ponga, reconoce en declaraciones a Efe que la institución «no ha tenido todavía la capacidad de reacción para estar más presente en África», pero que está elaborando un plan de expansión que debería estar terminado en los próximos dos años.

«Es el momento de plantearlo seriamente, pero hay que hacer un plan bien razonado, elegir bien los sitios y, sobre todo, elegir bien a las contrapartes», declara a Efe Rodríguez-Ponga, que es consciente de que se trata de un proyecto sujeto a la «oportunidad política» y la «disponibilidad presupuestaria» del momento.

Serrano también se muestra crítico con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), cuyo programa de lectorados para profesores de español en universidades extranjeras es casi la única representación lingüística gubernamental en África Subsahariana.

En 2015, la AECID solo ofreció 10 plazas en África Subsahariana, algunas en países como Namibia o Mauritania, sin apenas presencia de alumnos, y ninguna en los cinco países con más estudiantes de español, según los datos publicados por el BOE.

«España es cada vez más irrelevante en relación al español», advierte Serrano, ya que si el español es importante en el mundo es porque en México viven 120 millones de personas o porque dentro de 20 años Estados Unidos será el segundo país con más hispanohablantes del mundo.

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