El interés, sin embargo, no solo se concentra en el terreno de juego. Más allá de los partidos en sí, los amantes del lenguaje quieren despejar no solo balones peligrosos, sino también una duda recurrente: ¿pueden emplearse de forma indistinta las voces derbi clásico?

Yendo al grano, no: aun tratándose de términos cercanos en el significado, parece recomendable utilizar derbi para aludir a aquellos encuentros disputados entre equipos de una misma ciudad o comunidad autónoma, y reservar clásico para los duelos entre equipos laureados que mantienen gran rivalidad histórica.

Si echamos mano del Diccionario académico, vemos que la Academia incorporó el sustantivo derbi en 1992. En esa primera aproximación, aparece con el significado de ‘encuentro generalmente futbolístico entre dos equipos de la misma ciudad o ciudades próximas’.

Posteriormente, en el año 2001, se observa un bandazo en la definición: ‘encuentro, generalmente futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen permanente rivalidad’, donde el componente local queda excluido.

Por fin, la edición actual ofrece una síntesis de los sentidos previos: ‘encuentro, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen constante rivalidad, casi siempre por motivos regionales o localistas’, con ese «casi siempre» que no expresa rotundidad, pero orienta el criterio aconsejable.

El matiz local no es condición imprescindible para que se dé un clásico

 

Respecto a clásico, ninguno de los diccionarios académicos ni de uso habituales registran una definición aplicable a las informaciones futbolísticas.

Un clásico es, según estas obras, una ‘obra o autor que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia’, así como, en hípica, una ‘competición hípica de importancia que se celebra anualmente’. Por su parte, según el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos, este sustantivo, en femenino (la clásica, no el clásico), alude a cualquier ‘prueba importante o consagrada que se celebra con regularidad’, por ejemplo en ciclismo o atletismo.

Sabemos bien, sin embargo, que el hecho de que un término o una acepción no haya sido acogida en el seno de un diccionario no supone que no exista. Cualquier aficionado al fútbol recordará la tormenta de clásicos que tanto crispó a las plantillas de Mourinho y Guardiola. Los clásicos futbolísticos existen, aquí en España y, si saltamos el océano, entre el Colo-Colo y el Cobreloa chilenos, el primero radicado en la ciudad de Macul, en Santiago, y el segundo en Calama, perteneciente a Antofagasta.

Se observa, pues, que el matiz local no es condición imprescindible para que se dé un clásico. Esto, obviamente, no quita para que puedan confluir ambas circunstancias: en Argentina, tanto Boca como River tienen su sede en Buenos Aires, lo cual justificaría hablar de derbi, si bien allá suelen optar por clásico superclásico (en una sola palabra).

Dos últimos apuntes, en esta ocasión ortográficosderbi se escribe con i latina, no derby, y su plural es regular: derbis, no derbys ni derbies; por otra parte, clásico se escribe con minúscula inicial, pues se trata de un sustantivo común, que tanto designa los enfrentamientos entre el Real Madrid y el Barcelona como los celebrados entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao. Solo una interpretación antonomástica podría justificar, y no es lo más aconsejable, la mayúscula de Clásico , dando por sentado que se entenderá inequívocamente de qué partido se trata. E incluso en ese caso el artículo permanecería en minúscula: «Los secretos del Clásico», nunca «Los secretos de El Clásico».

Eso respecto a la lengua. En lo estrictamente deportivo, solo cabe averiguar si los entrenadores nos sorprenderán con algún as bajo la manga o si saldrán con sus armas de siempre en busca de la victoria.