Es innegable que la vida nos ha cambiado, y lo ha hecho debido a una pandemia global provocada por un coronavirus que genera una enfermedad llamada COVID-19. A esta emergencia de salud pública, en la que los sanitarios han ocupado un lugar imprescindible, se ha sumado una infodemia, un exceso de información, en ocasiones veraz y en otras muchas no. Y ha sucedido así hasta el punto de que no han sido pocas las voces que se han alzado ante una supuesta conspiranoia, que también se ha extendido a otros temas, como, por ejemplo, las elecciones de Estados Unidos. Ha puesto a prueba nuestra resiliencia, y el mundo observa con atención el efecto de las vacunas que los científicos han desarrollado para luchar contra el virus. 

Han sido y son muchas las empresas que han apostado por el teletrabajo y los ciudadanos, generación Z o no, han abrazado con alegría la diversión que, pese a todo, también ha encontrado su hueco, unos momentos distendidos que pueden proporcionar los tiktoks y otros pasatiempos en las distintas aplicaciones y redes sociales. Hemos visto, escuchado y leído una noticia tras otra sobre los efectos de la enfermedad, informaciones que durante unos meses compartieron espacio con la estatuafobia, un término que significa ‘aversión o rechazo a las estatuas’ y que se ha empleado en las coberturas informativas en referencia a la destrucción y derribo de esculturas dentro de algunas protestas contra la discriminación racial.

Son muchas, pues, las palabras que podrían definir 2020, pero hay una que nos ha afectado a todos por igual: confinamiento

Prácticamente todo el planeta ha estado confinado en algún momento, durante más o menos tiempo, a causa del coronavirus. Y eso es una circunstancia completamente excepcional en la actualidad. Porque pandemias ha habido más en los últimos años, el coronavirus es una familia de virus con características similares que ya existía y cuyo término era utilizado por la comunidad científica, e incluso el propio SARS-CoV no nos ha afectado a todos de la misma manera. Pero, en medio de esta crisis sanitaria, sí hay algo que nos ha igualado: el confinamiento. Ha podido ser de un par de semanas, de un mes, dos meses, o uno de los más largos como el que han vivido en la ciudad de Buenos Aires, pero es algo que todos hemos experimentado. Varios países europeos vuelven a confinar a sus ciudadanos en casa, en España se suceden los confinamientos perimetrales… Para muchos, el significado que se otorga a la propia palabra ha cambiado. No en vano, la Real Academia Española ha añadido una nueva acepción en la última actualización del Diccionario de la lengua española (DLE): ‘aislamiento temporal y generalmente impuesto de una población, una persona o un grupo por razones de salud o de seguridad. El Gobierno decretó un confinamiento de un mes’.

Es un hecho que decimos adiós a este año marcados por el confinamiento. Esperemos que la palabra que defina 2021, y en clave positiva, sea vacuna.