Eduardo Sáenz de Cabezón, divulgador matemático y profesor del departamento de Matemáticas y Computación de la Universidad de La Rioja, moderó el tercer debate del seminario, una conversación entre Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia de la Agencia EFE y de EFEverde; Clemente Álvarez, coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de El País; Teresa Guerrero, responsable de la sección de Ciencia de El Mundo, y Eva Rodríguez, periodista especializada en medioambiente y ciencias sociales de la agencia SINC, que llevó por título «Cambio, crisis o emergencia: el papel del lenguaje de la información medioambiental».

Lo primero que colocó sobre la mesa Sáenz de Cabezón, como moderador, fue el uso del término correcto, tal y como anunciaba el título del debate: ¿es cambio climático, crisis climática o emergencia climática? Todos los participantes coincidieron en lo apropiado de la expresión crisis climática, surgida tras el giro de timón iniciado por el periódico The Guardian, que comenzó a hablar de emergencia climática. Larena explicó que, desde la Agencia EFE, colideró un grupo de trabajo de expertos (formado por científicos, comunicadores, periodistas y lingüistas) en el que se que debatió sobre la elección de este término al final de la década pasada, y es testigo desde entonces de cómo crisis climática va ganando fuerza en las publicaciones de los medios de comunicación. 

«No se trata de sustituir un término por completo, usando solo uno de ellos», señaló Clemente Álvarez, y añadió: «Hasta hace unos años solo usábamos cambio climático, pero cambios climáticos ha habido muchos; el término se quedaba corto». Dado que ya «vamos contrarreloj, es lógico denominarlo también emergencia climática». Por eso, según explicó el periodista de El País, emplean esta última construcción cuando se pretende transmitir esa idea de premura. Para Teresa Guerrero, otro de los aciertos del uso de la expresión crisis climática es que no deja margen a los argumentos expuestos por las personas negacionistas. Pero añade algo, de cara a los próximos años: «No hay que tener miedo ni reparo a revisarnos». Recuerda la periodista de El Mundo cómo los ingleses cambiaron global warming por global heating porque warming daba la sensación de estar abrigado y cómodo.

Tal como comentó Larena, hay algunas otras expresiones que podrían ser muy certeras para ser usadas en paralelo. Por ejemplo, el concepto de transición ecológica. El periodista explicó que hay, según los archivos de la Agencia EFE, un aumento exponencial en las informaciones publicadas que utilizan esta construcción. Asimismo, Larena incidió en que se pueden trabajar también conceptos como desarrollo sostenible o crecimiento sostenible. O resiliencia climática, como propuso el jurista Andrés Betancor. Crisis planetaria fue la expresión preferida por la física y meteoróloga Isabel Moreno.

Por su parte, el escritor, periodista y patrono de la FundéuRAE Álex Grijelmo propuso un término más, por si en un futuro, como decía Guerrero, hay que revisarse: amenaza climática. «Las crisis, tarde o temprano, acaban pasando. Pero también la emergencia es algo pasajero. Hay un peligro, pero pasará también. En el punto en el que ya estamos yo sugeriría amenaza climática. Toda amenaza es el aviso de un mal, y, ante una amenaza, debemos reaccionar», argumentó. 

Una vez decidida la expresión adecuada para informar sobre esta realidad, ¿cómo tejer la terminología técnica adecuada y cómo acostumbrar a la sociedad a usar dicha terminología relacionada con esta crisis climática? Se preguntaba Clemente Álvarez por qué en la época de la pandemia de la covid-19 la población sí aprendió y utilizó (y aún utiliza) lenguaje técnico relacionado con pruebas, mascarillas, estadísticas, etc., y, sin embargo, el lenguaje técnico de la crisis climática no acaba de calar entre la ciudadanía: «Nos hace ver lo poco que se habla de cambio climático. De la covid-19 se hablaba en la farmacia, en la panadería». En la misma línea opinó Eva Rodríguez, que realizó la comparación respecto a la última crisis económica, cuando «todos asumimos una serie de términos económicos de los cuales no teníamos ni idea». Ambas crisis, la pandémica y la económica, fueron tiempos de sobreexposición mediática de sus respectivos términos técnicos en un periodo limitado de tiempo (algunos meses, un par de años). Por eso, la duda y la cuestión que lanzó Álvarez, de El País, fue la siguiente: «¿Qué hacer para conseguir mantener el foco en el cambio climático durante tantos años?».

Las informaciones que hacen referencia a la crisis climática van asociadas a todo un diccionario nuevo, como ejemplificó Teresa Guerrero: megaincendios, incendios de sexta generación, refugiados climáticos, transición verde… Estos y otros conceptos quizás estén alejados de buena parte de los ciudadanos por vivir, en opinión de Eva Rodríguez, «despegados de esa realidad», lo cual dificulta el aprendizaje y uso de los términos técnicos. Larena lo definió con pragmatismo: «Nos hemos vuelto urbanitas. Tenemos una visión de la naturaleza muy urbana». En todas estas informaciones llenas de lenguaje por descubrir, Eva Rodríguez indicó, por ejemplo, que en la agencia SINC huyen de «términos como pionero, revolucionario o sin precedentes», porque «en ciencia siempre hay precedentes».

Para finalizar, la vicepresidenta de la FundéuRAE y presidenta de la Agencia EFE, Gabriela Cañas, reconoció que hay que estar «buscando palabras todo el tiempo para definir lo mismo, y eso demuestra impotencia». Añadió que se ven obligados a ir cambiando las palabras para ir asustando más y aseguró que igual de importante que concienciar a los ciudadanos es conseguir «que los Gobiernos cambien, para que haya decisiones que perduren en el tiempo: la inacción es lo que lleva a jugar con las palabras».

Arturo Larena se propuso cerrar la sesión esquivando el pesimismo: «Aunque las cosas están mal y probablemente van a ir a peor, lo cierto es que ha cambiado la cultura ambiental en los medios de comunicación y se ha producido un clic en la sociedad». Eso sí, insistió en que el contexto es fundamental y no hay que quedarse en «los datos fríos». Para Larena, las informaciones tienen que explicar el porqué y dar protagonismo a los nuevos actores que se han incorporado a la transición ecológica, sobre todo las empresas.