Sabemos que una historia comienza con alguien a quien un día le ocurre algo. Y eso que le sucede rompe el equilibrio inicial y pone en marcha el texto.

El escritor, de forma intuitiva, utiliza los distintos tiempos verbales con objetivos distintos: para ambientar, para describir a los personajes, para hablar de acciones habituales, para introducir sucesos que alteran la paz reinante o ponen en apuros al protagonista…

Puedes oír los consejos de nuestro compañero David Gallego en este audio.