Nos hemos acostumbrado al subrayado rojo, a que las palabras terminen de escribirse solas o, incluso, a que algunas aparezcan por arte de magia al escribir otros términos. No son pocas las aplicaciones, los procesadores de textos o los sistemas operativos que incorporan herramientas como el autocorrector, la función de autocompletar o el texto predictivo, sumamente útiles en muchos casos. Sin embargo, en más de una ocasión, y hasta que los profesionales terminan de perfeccionarlas, estas ayudas pueden jugarnos malas pasadas.
Clippy (nombre del famoso clip de Word) ha intentado ayudarnos, pero a veces se ha equivocado con su propuesta
Su configuración, el corpus lingüístico del que dispone y su diccionario hacen que, por ejemplo, voces como piénsatelo, cosita o, incluso, autocorrector (para más inri) figuren en el procesador de textos como erróneas y se nos sugieran pidiéndotelo, costa (también coita) y auto corrector (también auto-corrector). En los dos primeros casos, claramente son voces que no tienen nada que ver con el término que deseamos utilizar (por cierto, coita es del verbo coitar ‘realizar el coito’, que sabía que lo ibais a buscar) y en el tercero las dos alternativas son erróneas. ¡He aquí el problema!: en su mayoría, acrónimos, derivados, tecnicismos y términos que incluyen enclíticos. ¡Y ya no hablemos de las formas de escribir los nombres propios!
Cabe tener en cuenta que muchos de estos autocorrectores se guían por parámetros de probabilidad y por un número limitado de palabras que cada usuario puede ir incorporando a su diccionario personal. Por ejemplo, en ¡Que no me toques!, muchos sistemas proponen que el Que vaya acentuado, ya que lo habitual es que esta palabra, precedida de un signo de apertura de interrogación o de exclamación, sea un pronombre interrogativo o exclamativo, no una conjunción.
En otros casos, el autocorrector no distingue entre dos voces que suenan de forma idéntica, pero que tienen distinta grafía, pues la elección de una u otra dependerá del contexto, asunto que el asistente no tiene en cuenta; véase sobre todo o sobretodo, cuyos significados no tienen nada que ver y que explicamos en esta recomendación lingüística.
Si queremos evitar errores de este tipo en nuestros textos, podemos adoptar distintas medidas:
— Comprobar en fuentes fiables cuál es la escritura adecuada del término y su composición. Por ejemplo: tenedorcico es el resultado de tenedor + -cico, una forma del diminutivo –ico.
— Reconfigurar el asistente, indicándole que solo marque voces extranjeras o incorporando cada término que marque como erróneo y que realmente sea correcto.
— Desactivando dicha opción (cosa que yo mismo acabo de hacer después de ver tanto rojo en el editor).
Si se toma en cuenta esta última sugerencia, lo recomendable es releer el texto antes de enviarlo o publicarlo, pues las erratas siempre están al acecho.
Muchas gracias a todos los que a través de las redes sociales nos habéis contado vuestras experiencias con el autocorrector utilizando la etiqueta #ElAutocorrectorMeConfunde.
En fin, os mando un salido a todos.
Disculpad, quise decir un saludo a todos…