El XV Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, organizado por la FundéuRAE y la Fundación San Millán de la Cogolla, comenzó el martes 5 de octubre con el primero de sus tres debates, titulado «Desmontando bulos: la importancia de la palabra para el rigor científico». En él participaron la científica María Blasco, el periodista de El País Pablo Linde, la periodista de EFE Verifica Desirée García y la periodista de Maldita Ciencia Laura García Merino. La directora de la FundéuRAE, Olivia Piquero, moderó la sesión.
El debate se centró en la importancia que tiene el lenguaje para conseguir el rigor científico de los textos y en el papel del periodismo a la hora de desmontar las noticias falsas. Sobre este primer punto, la científica María Blasco partió de la idea de que uno de los caldos de cultivo de los bulos es creer que se puede explicar todo. En su opinión, esa creencia «lleva a intentar concluir demasiado, cuando en realidad hay que dejar siempre la puerta abierta al hecho de que estamos entendiendo, conociendo, una nueva realidad». En esa misma línea intervino la periodista Laura García Merino, quien aseguró que «la ciencia se cocina a fuego lento» y el periodismo científico va siguiendo esa progresión. Por ello, García Merino insistió en la importancia de que los periodistas comprendan que los científicos deben entender primero qué está pasando y después transmitir ellos qué significa para la ciudadanía.
Por su parte, Pablo Linde destacó la fuerza que poseen las palabras. A modo de ejemplo, el periodista mencionó el caso de la palabra pandemia; se marcó un antes y un después en muchos países cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) la utilizó por primera vez para referirse a la propagación del coronavirus: «Fue una cuestión semántica, pero ayudó a tener conciencia sobre lo que estaba pasando y fue un paso de la OMS que ayudó al Gobierno a justificar medidas muy duras».
La necesidad de adaptar el lenguaje científico para la ciudadanía fue otro de los temas centrales del debate. En opinión de Pablo Linde, lo importante es que el periodista entienda primero qué quiere decir la ciencia: «Si en un texto hay muchos tecnicismos, significa que, o el periodista los tiene muy interiorizados, o él mismo no los conoce y no sabe explicarlos».
No obstante, los participantes coincidieron en afirmar que el uso de lenguaje técnico se puede ir modulando conforme aumenta el conocimiento de la audiencia. Para García Merino, es clave saber que al principio es preciso dar más información para, después, ir avanzando e introduciendo nuevos conceptos y no insistir tanto en explicar otros.
Desirée García defendió que el periodista de ciencia debe utilizar el lenguaje para intentar acercar la ciencia a un registro más accesible para la ciudadanía, pero sin perder rigor en el proceso. En su opinión, muchas noticias falsas se originan precisamente por información errónea que se difunde, ya que «cuando no hay un conocimiento muy asentado en la población y no hay periodistas que lo expliquen bien, los desinformadores lo aprovechan». Para Laura García, «la lengua es un arma de defensa, pero también de ataque» contra los bulos. Por su parte, María Blasco añadió que la desinformación prolifera cuando aún no hay un conocimiento científico asentado, puesto que, cuando este aumenta, las noticias falsas se frenan porque no pueden ir contra la evidencia científica.
Hacia el final del debate, también intervino Luis Enjuanes, que había pronunciado la lección inaugural del seminario, para insistir en la importancia de que los titulares estén bien redactados para no desinformar, ya que pueden tergiversar el contenido de un artículo equilibrado y bien redactado.