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Una querida y admirada amiga, que alterna las excelencias del canto con las de la cocina, con quien, por cierto, comparto apellidos, me pregunta por qué si huérfano se escribe con «h», orfelinato y orfandad se escriben sin «h». La pregunta me ha sido hecha muchas veces, no sólo con respecto a estas palabras, sino también con otras.
Aún se hablan en el mundo unas 6.000 lenguas. Pero muchas están en peligro. Según el investigador Mark Abley, es por la TV, el inglés y otras lenguas fuertes.
Alberto Gómez Font alerta del «creciente empobrecimiento» del lenguaje empleado en los medios de comunicación, con una presencia mayor de «palabras comodín». Este experto no se considera un periodista, pero desde hace 25 años su trabajo está estrechamente relacionado con los medios de comunicación. En 1980, el entonces director de la Agencia Efe, Luis María Anson, le propuso crear un Departamento del Español Urgente, para asesorar y vigilar sobre el correcto uso de la lengua española. Desde febrero del 2005, Gómez Font es coordinador general de la Fundación del Español Urgente, un organismo que ha extendido su labor a los medios audiovisuales.
Bienvenido a la Parte II del cursillo de espanglish rapidito para el hombre y la mujer modernos y modernas de hoy. En esta sección trataremos exclusivamente cuestiones de vocabulario y frases con los que podrá disimular sus conocimientos de las nuevas tendencias. ¡Deje Su Forma de Hablar Gris y Véngase Del Lado Del Color! Yeeha.
Nota previa: este trujamán y el siguiente están basados en hechos reales. Lamentablemente, el autor no se ha inventado ninguna de las palabras y expresiones empleadas, así que este no se hace responsable en absoluto de los efectos secundarios —perdón, colaterales— que pueda tener la lectura en voz baja o alta del presente artículo y de su continuación —perdón, secuela—. Cualquier coincidencia de las expresiones aquí incluidas con otras que el lector haya podido oír es natural. El autor quiere declarar que para la elaboración del presente artículo no se sometió a dieta, dañó, perjudicó ni paseó ningún animal bípedo ni quintúpedo.
Nuestro idioma se caracteriza por el amplio vocabulario que acogemos al momento de expresarnos. Desde palabras coloquiales como «revolú» y jergas juveniles como «guillaera», hasta anglicismos como «parking» y argot tecnológico como «web» y «mouse», forman parte del léxico que utilizamos a diario.
Carteles de aviso, subtítulos en películas y artículos de prensa son ejemplo del poco cuidado que en ocasiones se presta a la ortografía.
Quién no recuerda a la maestra de primaria con su libro de gramática en mano, dictando las reglas ortográficas al aburrido auditorio infantil. O esas tediosas tardes repitiendo que «después de la letra M siempre se coloca b larga», entre otro tipo de pautas de uso del lenguaje escrito.
El Diccionario Planeta es un poco más explícito: Deporte: Actividad que se practica como ejercicio o en forma de competición individual o colectiva, y que pone en juego cualidades tales como la movilidad física, la fortaleza y la habilidad de los practicantes. ¿Cómo quedan allí el motociclismo y el automovilismo? Entonces, ¿a quién le creemos? Preguntas: ¿Son el ajedrez, el bowling, el automovilismo, la cacería, el billar, las fiestas taurinas, deporte? Volvemos al cuadro uno: hay que precisar la definición.
Más de cuatrocientos millones de habitantes hablan, en la actualidad, la lengua española. Esta población se encuentra distribuida, en primer lugar, en los países de las tres Américas y en segundo lugar, en España.
Gracias al Diccionario panhispánico de dudas (Santillana, 2005) nos estamos enterando, para sorpresa de todos los que habitamos la ciudad de México, que el gentilicio de los naturales de la capital del país es «mexiqueño» (no «defeño» ni «chilango»). ¿A quién tenemos que agradecerle el bautizo? Obviamente, a la Real Academia Española que, en sus criterios tan esclarecedores, ya se parece a la FIFA.
En medio de tantas noticias malas, siempre asoma alguna buena, que nos devuelve la caridad. ¡Ay, no!, que nos devuelve la fe quise decir. ¡Es que me hago un lío con las virtudes teologales! No sé si la que corresponde es la una o la otra. ¡Siempre dudo!
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