Cuando cunde la impresión de que los países carecen de autogobierno real, supeditados como están a macropolíticas y organismos supranacionales, lo razonable sería participar masivamente en las elecciones europeas. La sensación entre muchos ciudadanos, sin embargo, es de hartazgo y desinterés, dejadez que algunos medios están denominando «euroapatía». Se trata, como veremos, del último de tantos vocablos formados con el elemento compositivo «euro-».
El significado de este sustantivo es transparente: ‘apatía en lo concerniente a Europa o a la Unión Europea’. Curiosamente, una errata al teclear en la que nos comiésemos una de las aes podría generar el término europatía, que remitiría a una ‘enfermedad de Europa o de la Unión Europea’. Si a Unamuno le dolía España, a muchos les duele la Unión Europea, y para denominar semejante mal podríamos inventarnos el término euralgia. Digamos que la europatía es la dolencia, mientras que la euroapatía y la euralgia son dos de sus síntomas o manifestaciones.
¿Cuántas palabras que empiecen con el elemento compositivo -euro somos capaces de enunciar? Alrededor de la euroapatía, sin ir más lejos, orbitan tres parientes cercanos: así, se habla de eurófilos para referirse a quienes son partidarios de pertenecer a la Unión Europa; los euroescépticos, en cambio, no es que se desentiendan o se muestren indiferentes, sino que adoptan una actitud de desconfianza hacia la Unión Europea; por último, encontramos a cuantos se hallan abiertamente en contra de este proyecto y se declaran sin ambages eurófobos.
Hablando de eurófobos: merece la pena señalar que tal voz puede funcionar como sustantivo («El eurófobo Nigel Farage se yergue como el favorito entre los británicos con el 34 % de los votos») o como adjetivo («Nigel Farage, antiguo líder del eurófobo Partido por la Independencia del Reino Unido»); si el sufijo empleado es -fóbico y decimos eurofóbico, en cambio, únicamente es adecuado su uso adjetival: «Si sumaran todos los partidos de corte euroscéptico, eurofóbico y xenófobo podrían incluso superar al PPE».
¿Quién ganará? Según encuestas, Carles Puigdemont ganaría las europeas en Barcelona, con un 27,6 % de los votos. Y ello después de su travesía por Bruselas y sus euroórdenes de detención. Nótese que en este caso se duplica la vocal o, de manera que lo indicado es euroorden, no eurorden.
¿Alguna palabra más? Conviene vencer la indolencia y ejercer el derecho a voto en las europeas, ya que es en Europa, como decía al principio, donde se adoptan numerosos proyectos de alcance eurorregional, con erre doble, ya que la erre de regional pasa a situarse entre dos vocales.
Al margen de los eurodiputados, de políticas monetarias que controlen el euríbor (con tilde) y del número de eurobonos que se emitan, nunca está de más recordar que todas estas palabras así compuestas se escriben unidas, sin guion ni espacio intermedio: euroapatía, por tanto, y no euro apatía ni euro-apatía.
A modo de curiosidad, finalmente, cabe señalar que el elemento compositivo euro- ya no solo funciona con el sentido de ‘europeo’ o ‘perteneciente o relativo a la Unión Europea’, sino también con el de ‘perteneciente o relativo al euro’. En efecto, la eurozona, también llamada zona (del) euro, no hace referencia a toda Europa ni a toda la Unión Europea, sino que designa al conjunto de estados miembros de la Unión Europea cuya moneda oficial es el euro. La moneda, antes que la región geopolítica, es lo importante en este caso.
Esperemos, en fin, que los ciudadanos se impliquen en estas elecciones europeas. Me conformo con que generen lo misma expectativa que el Festival de Eurovisión.