Con esto, puede sorprender que panacea universal aparezca en el diccionario académico como expresión legítima, con redundancia y todo. ¿Tal vez la Academia se ha vuelto demasiado laxa y ya acepta cualquier cosa? En realidad, deberíamos preguntarnos si el problema no estará en que nos han enseñado algo que no es del todo cierto.

Antes de continuar, conviene explicar que la redundancia es la ‘repetición o uso excesivo de una palabra o concepto’. Más técnicamente se habla de pleonasmo, que es el ‘empleo en la oración de uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo’. No hay nada aquí que haga suponer que las redundancias hayan de consistir ante todo en combinaciones de dos o tres palabras concretas. De hecho, no suele ser así.

La panacea universal tiene acompañantes ilustres: lapso de tiempo, accidente fortuito, erario público… se unen a la constelación de combinaciones condenadas por redundantes, a veces con cierta justificación, pero muy a menudo sin razón real. Suelen quedar absueltas «Lo vi con mis propios ojos» y «¿Cómo pudiste hacerme esto precisamente a mí?», manifiestas redundancias que se asumen con naturalidad.

Muchas redundancias no lo son, pero incluso si lo son no tiene por qué haber incorrección alguna

 

Ejemplos abundan y la Wikilengua ofrece una larga lista con comentarios. De hecho, los giros en los que nos solemos fijar son esencialmente aprendidos. Nos enseñaron, por ejemplo, que bajar abajo es redundante, y por eso nos llama la atención cuando la oímos, pero en cambio no nos dijeron nada sobre bajar al sótano, aunque a menudo también lo sea, pues no hay muchos sótanos a los que se pueda subir.

Sin embargo, lo normal es que la redundancia, o la falta de ella, venga determinada por el contexto, y solo en pocos casos está implícita en la propia expresión. Así, multa solo tiene una acepción y se refiere a una sanción que consiste en pagar cierta cantidad de dinero, por lo que multa económica es claramente reiterativo, pero con puño cerrado no está tan claro: casi siempre es redundante porque se suele aplicar a una mano cerrada, pero no lo es en «Llevas la camisa con un puño cerrado y otro abierto». Aquí resulta fundamental el contexto y solo él determinará si hay realmente un pleonasmo.

Muchas de las llamadas redundancias no lo son, pero incluso si lo son no tiene por qué haber incorrección alguna. Es más, pueden ser útiles porque nos permiten esclarecer que nos referimos a un sentido concreto de una palabra que tiene varios significados o pueden funcionar como énfasis (como en «Lo vi con mis propios ojos» o en el giro «pero sin embargo»). Además, pueden aportar matices nuevos: en principio todas las citas son previas, pero por cita previa se entiende la que se hace con cierta antelación y normalmente por teléfono, Internet, etc.

Por cierto, una panacea en su primera acepción es ‘medicamento a que se atribuye eficacia para curar diversas enfermedades’ (no todas), mientras que la panacea universal es el ‘remedio que buscaban los antiguos alquimistas para curar todas las enfermedades’. Así que, al fin y al cabo, tampoco es tan redundante.