Y nos encanta cómo habla de nosotros. Dice, por ejemplo, que para un columnista nuestro servicio de consultas es «mejor que tener la lámpara de Aladino, cuyas concesiones son tres y con letra pequeña».

Y añade «Es el Museo del Prado de la Palabra. Te responden sin humillaciones del tipo: “animal, hasta los niños lo saben, llevamos dos horas riéndonos de su ignorancia”. Te sacan del ser o no ser, pero con tacto».

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