El corazón ❤ y el emoji con los dos corazoncitos ? se llevan la palma. Son los que usa constantemente Rosiel: «Para todo el mundo porque me gusta. Síííí», responde con una sonrisa pícara, mientras pasea por la madrileña Gran Vía.
Angelina, caribeña, camina también por el centro con el móvil en la mano y dice convencida que emoji es «una palabra de estos tiempos» y que la usa bastante: «Con cada cosa que mande tengo que enviar algunos de reír o alguna tontería. El de la risa con los dos lagrimones ?, las caritas con los corazoncitos en los ojos ?, el payasito ?…».
Y no pueden faltar los globos ?, la botella dercorchada ?, el confeti ? y la tarta de cumpleaños ?, algunos de los que echan mano también otras jóvenes japonesas que no dudan en indicar con el dedo a estos símbolos y al de las caritas tirando besos ? cuando se les pregunta cuáles son los que emojis que más les gustan.
El término emoji lo conocen bien, porque esta palabra proviene del japonés, lengua en la que, según la Fundéu, promovida por la Agencia Efe y el BBVA, se pronuncia como «emóyi».
Así lo dice Patricia, otra chica que los plasma muchas veces al día en su móvil para comunicarse: «Con mis amigas me cuento cosas de risa y es más fácil poner un emoji que escribir».
«Es una palabra actual, que va a durar», dice ella, que a veces prefiere expresarse con los emoticonos en lugar de con palabras, como Alison, de Bolivia, porque piensa que «es más divertido».
Claudia y Oscar, una pareja de enamorados, también los teclean a diario, sobre todo ella, aunque él los usa para «vacilar con los amigos». «Los corazones solo para ella», agrega mientras la mira.
Fernando y Andrea también se inclinan por «los de risas ?? y los del corazón ?❤?», como Ana y Chuso, que ya superan los cuarenta, pero que también tienen claro que «hablar es siempre mejor».
Lorena y Alejandro, aunque no llegan a los treinta, los usan muy poco, precisamente porque —sostienen— prefieren «hablar con la gente cara a cara», no a través de símbolos. «Con ella el corazón y poco más», comenta él.
Pero en algunos casos con ellos no van las caritas. Es el caso de Pedro Sánchez. Sí, Pedro Sánchez. «El mismo. Bueno, me ha tocado», es lo que responde un joven, bromeando, que anda por la calle Callao de Madrid y escribe un correo por el móvil.
«Alguna vez uso el del perrito ? —señala—, porque para poner una sonrisa ya estoy yo, ¿no? Le mando mi foto sonriendo a mi chavala y la hace más gracia que un emoji de estos. Y a los dos nos gustan los perritos».
Cerca de él camina despacio Blanca, que puede presumir de sus 84 años y sólo descuelga el móvil para llamar o para que la llamen. «Nada más», apostilla.
«No conocía la palabra, y la verdad es que tengo una amiga que va a usar eso de wasap. Claro —dice y sonríe—, tiene diez años menos que yo. Así que no me extraña, pero bueno: yo estoy muy contenta y muy feliz, que es lo principal en esta vida».