Si alguno de estos seres inteligentes aterrizase ahora, contaría con la ventaja de ahorrarse toda la incertidumbre generada durante los últimos años: ¿seguro que se lleva el brexit a término o al final se impone el bremain (Britain remain) y permanece en la Unión Europea? Y si se despide, ¿en qué condiciones se producirá la salida: brexit blando o brexit duro?, ¿habrá luego un breturn (Britain return) o no cabe esperar retorno?
Probablemente, antes que dedicarse a pesquisar el origen del término brexit, nuestro extraterrestre consultaría el folleto turístico de la Tierra en busca de otras atracciones más divertidas. En vano: una vez que uno se enreda en los misterios de la lengua, son una droga, te enganchan. A su pesar, remontando el rastro lingüístico, advertiría que antes de hablarse del brexit ya se había popularizado grexit para hacer referencia al posible abandono de Grecia de la Unión Europea.
Entonces, por mera curiosidad alienígena, acaso le daría por rastrear otros casos de creaciones acabadas en -exit. Descubriría que ya se han internado en las páginas de los periódicos las voces frexit, dexit, spexit, italexit y nexit, y en este caso quienes supuestamente se despedirían de la Unión Europea serían Francia, Alemania (Deutschland en alemán), España (Spain en inglés), Italia y los Países Bajos (Netherlands en inglés). De producirse todas estas bajas, a la Unión Europea se le juntaría una grave crisis identitaria con la crisis del nido vacío.
Las fugas no acaban aquí: la terminación -exit, propia de quien quiere estar a la moda, se aprecia también en catexit (en ocasiones catalexit) en alusión a la independencia por parte de Cataluña de España. Ha cogido tanto vuelo que ha aterrizado al otro lado del océano Atlántico, donde se documenta el término calexit en relación con la hipotética salida de California de Estados Unidos.
Visto el panorama, digo yo que al extraterrestre se le encendería la luz y mandaría un mensaje para invadir la Tierra: «Guerra chupada. Pan comido. ¡Jodó con la globalización! Si “divide y vencerás” es cierto, ya se dividen ellos solos».
¿Y por qué no, tal como ya hacen unos pocos medios, y correspondiendo la decisión a ambos duques, no apostar por sussexit?
A la espera de respuesta cósmica, sus ojos (sus órganos visuales), adiestrados en cazar neologismos, terminarían posándose sobre las noticias en torno al Palacio de Buckingham y no tardarían en toparse con el megxit (o meghxit). «¿Qué país comienza por Meg?», se preguntaría. Para aprender al cabo de unos párrafos que en esta ocasión este juego de palabras se está aplicando a un antropónimo y se usa para hablar de la intención de Meghan y Harry de apartarse de las actividades de la Corona inglesa. ¿Y por qué no, tal como ya hacen unos pocos medios, y correspondiendo la decisión a ambos duques, no apostar por sussexit?
Comprendería que estamos ante una separación traumática para Isabel II, que tal vez la reina lamente ese matrimonio y que, puestos a torpedear la tradición, desee culpablemente que su nieto se divorcie. Claro que, para informar de tal situación, no encontraría la palabra divorcio. A buen seguro, imbuido ya de nuestro gracejo expresivo, el alien hablaría de enlacexit.
Arcanos ortográficos
Sea como sea, por alto que fuese su coeficiente intelectual, más le valdría no emplear su precioso tiempo intergaláctico en descifrar cuándo se utilizan mayúsculas y minúsculas en español. Si porfiara en comprender a fondo las normas ortográficas al respecto, igual le entraba la risa.
Lo cierto es que la grafía casi unánime es Brexit, con be mayúscula, pero en la Fundéu siempre hemos defendido que lo adecuado es brexit, con inicial minúscula. No ha sido fácil. Pero nuestro criterio es el siguiente: dado que brexit es un acrónimo de Britain y exit, y puesto que esta palabra significa salida del Reino Unido (de la Unión Europea) y que el núcleo de este sintagma es salida, lo razonable es escribirlo como cualquier otro sustantivo común.
En caso de que el ser inteligente quisiera seguir explorando los más profundos recovecos de nuestra lengua, tal vez se preguntaría a continuación si ese brexit se escribe en cursiva o sin resalte alguno. La respuesta de la Fundéu es que, al tratarse de un extranjerismo, lo adecuado es destacarlo con cursiva. Es un caso similar al del sustantivo Lied, en mayúscula en alemán, pero incluido en el Diccionario de la lengua española en minúscula —por ser un nombre común— y en cursiva —porque es un germanismo y no se pronuncia como se escribe—.
Ahora bien, en el momento en que el Reino Unido abandone de hecho la Unión Europea, como parece que sucederá este mismo 31 de enero (Boris Johnson mediante), quizá podamos empezar a usar la mayúscula que la Ortografía académica reserva a los acontecimientos históricos, como ocurre en la Reconquista o la Contrarreforma. Incluso podríamos completar la adaptación y poner tilde en la e: «Johnson quiere que el Big Ben anuncie el Bréxit». Los ingleses harán repicar sus campanas; en la Fundéu, pasándonos a la mayúscula, daríamos la campanada.