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¿Sigue siendo el arte inmortal?

Hace unos días se publicaba la noticia de que Bruce Willis iba a demandar a Apple. El actor quiere que sus hijas puedan heredar todas las canciones que él ha comprado en la tienda virtual de Apple, pero la letra pequeña de las condiciones legales que uno acepta al comprar en Itunes es clara al respecto: los clientes no pueden legar las canciones adquiridas, la adquisición de contenidos digitales no autoriza a los compradores a transmitirlos a terceros.
Se trata, sin duda, de un importante cambio de paradigma: en el mundo digital disfrutamos de los contenidos, pero no los poseemos. Este cambio radical en el modo de distribución tiene grandes ventajas, pero viene también con una letra pequeña de la que el consumidor no siempre es consciente y es que sencillamente uno no puede vender, regalar, alquilar, distribuir o legar algo que, en rigor, no posee. Cuando uno muere su biblioteca o fonoteca digital muere con él.
Apple no es el único que impone estas condiciones, otros gigantes como Amazon también estipulan que no se puede asignar ningún derecho sobre el contenido digital a terceros. Los contenidos que se compran están vinculados a una determinada cuenta de usuario mientras esta está dada de alta (y no sería la primera vez que Amazon entra en el dispositivo de uno de sus clientes para borrar un libro).
Sea como fuere el debate ya está planteado y ayer se sucedían las reacciones de grandes nombres de la cultura y de expertos de distintos ámbitos. Desde los que señalan que no hay nada ilegal en estas prácticas y que es el consumidor quien debe conocer las condiciones que acepta hasta quienes piensan que los servicios que tienen estas características no deberían anunciarse como servicios de venta, sino como una suerte de alquiler vitalicio.

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