Barça y Madrid, grandeza bipolar (CRÓNICA)

Foto: ©Archivo Efe/Javier Lizón

Con su empate contra el Valencia en el Bernabéu, el Real Madrid perdió dos puntos casi irrecuperables y, salvo debacle azulgrana, dijo adiós a cualquier posibilidad de consumar una remontada liguera que pasaba por hacer pleno en sus diez últimos partidos.

Aunque matemáticamente aún les quede a los merengues una mínima probabilidad, sobre todo si se tiene en cuenta que en la próxima jornada el Barcelona visita el campo del Atlético, a los de Luis Enrique les bastaría con ganar al Dépor en casa para celebrar con su afición un nuevo título.

Lo que está claro, a falta de solo seis puntos por disputar, es que el Barcelona es el máximo favorito y que únicamente el Real Madrid tiene posibilidades de arrebatarle el torneo de la regularidad. Tras la refrescante irrupción del Atlético de Madrid de Simeone la temporada pasada, cuya filosofía de ir partido a partido llevó a los colchoneros a un baño de masas en Neptuno, la Liga BBVA ha vuelto a ser un pulso entre dos de los clubs más laureados no solo en España, sino en todo el mundo.

Así pues, si el año pasado podían leerse noticias como «La Liga BBVA se había convertido en una competición bipolar, aunque este año se ha colado un invitado especial» o, tras consumarse la sorpresa del Atlético, «Simeone acaba con la bipolaridad en la Liga BBVA», ¿habrá recaído este año el torneo de la regularidad en semejante trastorno?

Y es que, en efecto, hablar de bipolar bipolaridad puede resultar ambiguo, hasta el punto de remitir a comportamientos ora maniacos, ora depresivos. En este sentido, y dando por sentado que se parte de una exageración, nada hay de extraño en frases como «La desidia de un Atlético bipolar permitió al equipo local algún camino hasta la portería» o «Un equipo bipolar, soberbio cuando escucha la sinfonía europea y calamitoso esta campaña en el torneo nacional», donde queda claro que la actitud, el juego y los resultados de los equipos oscilan entre extremos.

Más dudoso es, en cambio, el uso inicial de bipolar. Conste que, dígase desde el principio, la vigesimotercera edición del diccionario académico ha incorporado como quinta acepción del sustantivo polopunto destacado que atrae la atención’.

Y no cabe duda de que, a partir de ahí, los usos de bipolar bipolaridad de los primeros ejemplos son admisibles: la competición es bipolar en la medida en que sobreabunda la información sobre estos dos clubs, cuyas andaduras parecen despertar más interés que las del resto, y Simeone acabó con la bipolaridad porque consiguió colarse en los titulares al proclamarse campeón liguero.

Reconocido esto, pese a la supremacía futbolística y mediática del Real Madrid y el Barcelona, puede argumentarse contra este uso de bipolar el hecho, asimismo indiscutible, de que muchos de sus rivales en la competición nacional rinden a excelente nivel cuando juegan en Europa y ello los lleva a copar las portadas de los diarios.

Equipos como el Atlético, el Sevilla o el Valencia son grandes adversarios, que a menudo ponen en aprietos a estos dos máximos favoritos. Y hasta contrincantes en teoría menos competitivos consiguen doblegarlos o empatar con ellos en partidos de enorme emoción, no pocas veces resueltos en los últimos minutos: que le pregunten al Barcelona si el Celta de Vigo y el Málaga son peligrosos; que le pregunten al Real Madrid por el Athletic y la Real Sociedad.

No deja de ser significativo, en cualquier caso, que esta acepción de polo como sinónimo de foco de interés no la haya registrado la Academia hasta ahora. Personalmente, si me hablan de polos, yo tiendo a pensar en pingüinos y helados no cremosos con palillos en la base, en prendas informales abotonadas por delante en la parte superior o, acabáramos, en ‘cada uno de los puntos opuestos de un cuerpo, por ejemplo, un imán’.

Y, claro, si hablamos de puntos opuestos, habrá quien de nuevo interprete esa oposición como la rivalidad entre el Barcelona y el Real Madrid, ojalá trasladada este año a la final de la Liga de Campeones. Messi y compañía ya tienen pie y medio en Berlín, mientras que los de Ancelotti todavía necesitan darle la vuelta a su eliminatoria contra la Juventus.

No obstante, al emplear bipolar sería más preciso pensar en la situación habitual de las últimas jornadas del campeonato, en las que los periodistas, siquiera durante un mes, se vuelcan tanto en los primeros clasificados de la tabla como en los últimos, tanto en los que aspiran al título como en aquellos cuya gloria se cifra humildemente en mantener la categoría.

Ténganse en cuenta todas estas consideraciones antes de usar bipolar. Y recuérdese, de paso, que si hay más de dos aspirantes serios a un título o a un puesto en el once titular, lo apropiado será hablar de enfrentamiento entre tres, y no de duelo entre tres («Casillas venció en el duelo entre los tres porteros del Real Madrid»), pues el sustantivo duelo —cuya etimología remite a duellum (‘guerra, combate’) y no a dúo, como podría imaginarse— implica que el desafío es únicamente entre dos.

 

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